Las baterías sufren en verano y fallan en invierno

6 febrero, 2020
J. ROBREDO

Cuando llega el frío es cuando la mayoría de los automovilistas se acuerdan de la batería de su coche, porque es con el frío cuando comienzan a dar problemas de arranque o sencillamente cuando una batería próxima a su fin acaba por fallarnos.

Hay que reconocer que las nuevas baterías de gel, AGM (Absorbent Glass Matter) o EFB (Enhanced Flooded Battery) han marcado un nuevo estándar de calidad que cada vez alarga más su vida, tanto en coches como ya en vehículos comerciales e industriales.

Sin embargo, según los especialistas de baterías, los factores que acortan esta vida útil son las temperaturas extremas, frecuencia de uso, trayectos cortos y la antigüedad. Todos ellos contribuyen a disminuir su potencia de arranque. El calor extremo también las afecta (acelera la evaporación del electrolito, contra lo que poco podemos hacer en las actuales baterías selladas).

Radiografía de una batería VARTA Promotive EFB

Pero es el frío quien más reduce su capacidad puntual de amperaje; a menos de 10º una batería aumenta de forma gradual su resistencia a la entrega de corriente, y a menos de 0º esta resistencia puede marcar la diferencia entre poder arrancar el motor o no. En invierno lo que ocurre es que la baja temperatura del motor y del aceite demandan a las baterías mayor potencia de arranque, que en ocasiones no se logra por el deterioro previo sufrido durante el verano. También, las temperaturas bajas del invierno influyen en el proceso químico que se da en el interior de la batería, lo que también afecta a la recarga y al arranque. Además, el incremento de la demanda eléctrica a través de las funciones de confort propias de la época invernal, como la calefacción eléctrica de los asientos u otros sistemas de calefacción, se alimentan directamente de la batería de nuestro vehículo.

En todo caso y según el barómetro de averías del RACE, de las 167.000 asistencias realizadas en 2017, el 46% están relacionadas con el mal funcionamiento de la batería. De ahí la recomendación de una revisión anual de la misma, como aconsejan marcas de primer nivel como Varta, Bosch o Yuasa. Lo que no quita para que hoy día su duración media llegue a los 6 años, y hasta 7 u 8 con un buen trato (TAB Batteries acaba de lanzar su nueva TAB 5G Nanotec con hasta 7 años de garantía).

Las baterías “stop-start”

Esta incremento en la duración de las baterías se está viendo acrecentada por las nuevas baterías “stop & start” cada vez más frecuentes (el 80% de los coches fabricados en Europa las montan en origen), bien el tipo “light” (EFB) o el potente (AGM). En Varta (perteneciente ahora a Clarios, tras el traspaso de Johnson Controls a esta división del fondo de inversión Brookfield Business) nos recuerdan que incluso parado un coche actual consume corriente eléctrica, porque hay funciones (alarmas, sistemas de acceso sin llave, reloj, ordenador de a bordo, termómetro de temperatura exterior…) que necesitan electricidad de forma permanente, aunque su consumo sea muy bajo.

La batería es un producto activo que sufre desgaste con el tiempo, se use o no, y por lo tanto llega un momento en el que pierde todas sus prestaciones y deja de funcionar. Y es que, a pesar de que la batería se almacene en condiciones óptimas, está continuamente sometida a un proceso de autodescarga por el que, cuando las temperaturas son elevadas como puede ser en verano, provocan una mayor autodescarga de la misma.

Así, para combatir los efectos de las temperaturas, los fabricantes de este componente realizan una importante labor en materia de I+D+i orientada a mejorar su autonomía y aceptación de carga por encima del 30%, lo que reduce el riesgo de avería o descarga de la batería, mejorando su rendimiento incluso en condiciones meteorológicas extremas.

Por eso un coche aparcado durante semanas puede descargar su batería sin poder arrancar llegado el momento, sobre todo si su batería tiene varios años (por ello se recomienda conducirlo durante 10 minutos al menos una vez por semana para evitar estas descargas estáticas). Pero claro, este problema es mucho menos en las baterías EFB y AGM, las “stop & start” que ahora se extienden también de los turismos a los camiones y vehículos industriales.

El cuidado de la batería

¿Qué podemos hacer para cuidar la duración y el rendimiento las baterías de arranque tradicionales, tanto por interés económico como ecológico? Pues los consejos de siempre: mantener limpias y apretadas las conexiones de los bornes, en especial las del polo positivo, y limpia y libre de óxido la conexión del negativo a masa. Un poco de vaselina o grasa consistente en el borne positivo ayuda a protegerlo.

El especialista Yuasa también cuenta con una gama de baterías de tipo AGM

También conviene verificar que el alternador carga bien y su regulador reduce o corta su carga cuando no es necesaria (hay más baterías que sucumben por exceso de carga que por defecto). Y si vivimos en un clima frío y el alojamiento de la batería lo permite, podemos “abrigarla” (con una capa aislante de “poliexpan” o espuma de poliestireno bajo su tapa externa), que puede evitarle 4 grados menos.

Y cuando llegue la hora de reemplazarla, si podemos ponerla algo más potente (sobre 10 Ah más), mejor, siempre que nos quepa en el hueco previsto para ella. Porque a menudo las marcas de vehículos las montan con una capacidad muy justa. De todos modos una revisión periódica de la batería en el taller nos ahorrará contratiempos, especialmente antes de la llegada del invierno, que es cuando puede fallar una batería próxima al fin de su vida útil. De ahí nuestras recomendaciones en estos días invernales