Electrificación: un futuro lleno de retos

15 noviembre, 2024
Gerardo Romero-Requejo M.

Los constructores europeos en la encrucijada

Las dificultades por las que atraviesa el sector del automóvil, inmerso en una constante evolución hacia la electrificación, plantea un futuro lleno de retos, con un presente que despierta inquietudes entre los propios actores del sector y el cliente final, imposibilitado en muchas ocasiones de dar el salto al coche eléctrico por las propias carencias de infraestructuras y demoras en las ayudas.

En las últimas ocho décadas, el automóvil ha experimentado una evolución sin precedentes, marcando hitos tanto en diseño y tecnología como en seguridad y sostenibilidad. Desde mediados del siglo XX hasta la actualidad, la industria automotriz ha respondido a necesidades cambiantes, integrando avances científicos, sociales y medioambientales que han transformado el automóvil en una pieza fundamental de la sociedad moderna.

Electrificación un futuro lleno de retos

Motor Mundial ha sido testigo y altavoz los últimos 80 años (nuestra revista fue fundada en 1944 por Gerardo Romero-Requejo Fernán) de la capacidad de adaptación y reinvención de la industria automotriz. Desde los motores potentes de la posguerra hasta los vehículos eléctricos y autónomos de hoy, el automóvil ha cambiado radicalmente en respuesta a las necesidades de la sociedad y el medio ambiente. Mirando hacia el futuro y con los E-Fuels y el hidrógeno en el horizonte, la movilidad apunta a ser más limpia, segura y eficiente, prometiendo transformar aún más el modo en que nos desplazamos y vivimos.

Los retos de la electrificación

Sin embargo, el sector del automóvil europeo enfrenta una serie de desafíos significativos en un entorno en constante evolución. Uno de los principales retos es la transición hacia la movilidad eléctrica, impulsada por la necesidad de reducir las emisiones de carbono y cumplir con las regulaciones medioambientales más estrictas impuestas por los burócratas europeos, que han obligado a las grandes multinacionales a realizar inversiones cuantiosas en un mercado poco maduro que empieza ahora a resentirse en sus ventas, dependientes de ayudas públicas a la compra por su coste superior al de los vehículos térmicos e híbridos.

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La adopción de vehículos eléctricos requiere inversiones masivas en infraestructura de carga, mejoras en la tecnología de baterías, y la gestión de un suministro sostenible de materiales clave como el litio y el cobalto, en manos chinas, que irrumpe ahora con fuerza en el mercado europeo a través de multitud de marcas (algunas de ellas con intención de fabricar en España), más asequibles que las europeas al beneficiarse de subvenciones y ayudas del Gobierno chino a su exportación, además de los menores costes de producción asiáticos.

Esta situación ha generado una respuesta a modo de defensa a través de la reciente imposición de aranceles a marcas chinas que, sin embargo, pueden entorpecer la exportación europea de otros sectores al gigante asiático en una indeseable guerra comercial. En este contexto, se vislumbra un camino que requiere una capacidad constante de innovación para que las multinacionales automotrices europeas se mantengan relevantes tanto en mercados domésticos como internacionales.

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Por otra parte, la digitalización y la conectividad están transformando el diseño, la producción y el uso de los vehículos. Los coches conectados, que integran inteligencia artificial y conducción autónoma, exigen a los fabricantes adaptarse a nuevas formas de colaboración con empresas de tecnología, al tiempo que garanticen la seguridad cibernética y la privacidad de los datos.

Otro desafío importante es la disrupción en la cadena de suministro, agravada por la pandemia de COVID-19 y la escasez global de los indispensables semiconductores. Esto obliga a las empresas a diversificar proveedores y adoptar estrategias de producción más resilientes que, como consecuencia, se han visto obligados a incrementar sus precios al tener que recurrir a fábricas europeas, algunas de reciente creación.

Finalmente, los fabricantes enfrentan el reto de cambiar las preferencias de los consumidores, quienes demandan vehículos más sostenibles, personalizados y asequibles, en un mercado donde los costos de producción están en aumento. El sector automotriz debe equilibrar sostenibilidad, innovación y eficiencia, en un entorno cada vez más competitivo y regulado que debería aflojar su presión ante el cierre inminente de factorías en el viejo continente, con el consiguiente despido masivo de trabajadores. ¿Las multinacionales europeas no lo vieron venir?

El camino hacia la descarbonización no debe hacerse de manera apresurada y exige contar con economías sólidas y entornos sociales estables. De otra manera se conseguirá que el automóvil se transforme de un símbolo de libertad individual a un bien de lujo, exclusivo de unos pocos privilegiados, dando la bienvenida a una involución de 80 años.