¿Aumenta el riesgo de atropellos?
Una de las grandes virtudes de los coches electrificados -híbridos, híbridos enchufables y eléctricos- que pueden circular exclusivamente usando esa energía, es la ausencia de ruido de su motor.
Esta ausencia de ruidos de los coches eléctricos, sobre todo en recorridos urbanos, tiene sus ventajas y sus inconvenientes, si bien uno de los mayores inconvenientes es el aumento de riesgo de atropellos (ciclistas y peatones) al no ser detectados cuando circulan por falta de la sensibilidad auditiva a la que ya estamos acostumbrados.
Es claro que las compañías de seguros han valorado este incremento de riesgo en el valor económico de las pólizas para coches eléctricos hasta ahora, siendo también cierto que con los nuevos dispositivos de sonido que se adaptan a la actual legislación, dicho riesgo se reduce claramente, y, en todo caso, conviene siempre concertar los seguros de los coches eléctricos con compañías especializadas en este tipo de vehículos y suscribiendo siempre seguros adaptados para coches ECO.
También es cierto que, utilizando coches eléctricos y a las velocidades bajas a las que se circula por ciudad, el ruido de rodadura es poco relevante y el aerodinámico aún menos, y esta característica les convierte en muy confortables para quienes van a bordo por su silencio, además de beneficiar al medio ambiente y la salud de la población.
En España la Agencia Europea de Medio Ambiente en base a datos proporcionados por la OMS, se estima que los niveles de ruido elevados, en los que el tráfico es uno de los principales responsables junto a los sectores ferroviario, aeronáutico e industrial, puede ocasionar 12.000 muertes prematuras cada año.
De hecho, España supera el porcentaje medio de población que sufre ruido de tráfico de vehículos, 24,8 por ciento por 15,5 por ciento respecto al resto de países de Europa, aspecto que podría mejorar de aumentar la mayor presencia de vehículos eléctricos.
Sin embargo, el sigiloso movimiento de estos vehículos que tan beneficioso resulta puede convertirse en un arma de doble filo, siendo un problema para algunos actores convivientes con ellos en el tráfico.
Es el caso de ciclistas, que pueden compartir la vía con ellos y moverse sin reparar en la presencia de estos automóviles con un alto nivel de electrificación, con el consiguiente riesgo de atropello que, en algunos estudios, se evalúa hasta del 60 por ciento.
También de peatones, que si la invaden sin mirar y sin advertir a través del oído de su presencia pueden originar situaciones peligrosas.
Así las cosas, y respondiendo a la pregunta que da pie a este artículo, efectivamente, el bajo nivel de ruido de estos vehículos cuando circulan a baja velocidad puede suponer cierto riesgo, particularmente para ciclistas y peatones y, entre estos, más aún si tienen algún tipo de discapacidad visual o incluso ceguera.
Para proteger particularmente a esta población y reducir el riesgo de atropello –según un estudio desarrollado por la ONCE se incrementaba hasta un 40 por ciento cuando por una vía circulaban coches “silenciosos”- no pocas asociaciones han reclamado soluciones para “hacer notar” estos vehículos.
Reconociendo esta necesidad algunos de ellos venían incorporando los sistemas de alerta acústica denominados comúnmente AVAS (Acoustic Vehicle Alerting System), a menudo desconectables a voluntad del conductor. El propósito es, como su nombre indica, emitir un ruido que permita advertir de la presencia del automóvil eléctrico cuando circula a baja velocidad.
En todo caso, hubo un reconocimiento de una necesidad normativa y, desde julio de 2019, cuando entró en vigor un reglamento de la Unión Europea aprobado cinco años antes, este dispositivo se ha convertido en obligatorios para los vehículos electrificados -ya sean híbridos o eléctricos- de nueva homologación que pesen menos de 4,5 toneladas. Esta norma afecta también a motocicletas y ciclomotores.
Establece que, cuando circulen hacia delante o hacia atrás y con una velocidad inferior a 20 km/h, estos vehículos deben emitir un sonido y, además, regula como debe ser: continuo, de volumen similar al de un motor convencional, con un rango intermedio de entre 56 y 75 dB e, incluso, la frecuencia: hasta los 1.600 Hz, lo que permitirá que las personas mayores puedan escucharlo con mayor facilidad. Podrá ser desconectado por el conductor, pero se activará nuevamente al volver a arrancar del vehículo.
Los vehículos ya comercializados con fecha anterior a julio del año pasado -y, por tanto, ya homologados previamente- deberán disponer de este sistema acústico, que también se denomina SAAV (Sistema de Aviso Acústico de Vehículos) a partir del 1 de julio del año que viene, lo que les da un plazo para incorporarlo.
El reto ahora se ha trasladado a los fabricantes de vehículos que deben ser capaces de desarrollar sistemas audibles por ciclistas o peatones “delatando” su presencia, pero que sea discreto para sus ocupantes, de modo que no interfiera en el confort acústico.
Además, la necesidad de incorporar esos AVAS o SAAV le ha dado una posibilidad más de diferenciación y, consecuentemente, un argumento más para los departamentos de márketing que se han lanzado a producir sus propias y distinguibles señales sonoras de advertencia.
Jaguar, por ejemplo, haciendo una interpretación del sonido de un V8, como también hace Ford; Porsche buscando un tono deportivo; Hyundai, con un ruido al estilo de Star Wars…
En Nissan el sonido producido para su AVAS es muy musical, mientras que Volkswagen ha buscado un tono muy robótico compuesto por el productor musical Leslie Mandoki y en los Tesla es el conductor el que puede elegir entre varios sonidos preconfigurados, si bien en Europa sonará al estilo de un reactor.
Por otro lado, para producir el sonido de los Audi eléctricos ha recurrido a la colaboración con la firma de equipos de sonido Bang&Olufsen, mientras que el fichaje más sonado para dar sonido a su AVAS sea el de BMW, quien ha recurrido al compositor Hans Zimmer (Piratas del Caribe, Gladiator, El rey león…). Como dice el principio, han acabado haciendo de la necesidad, virtud.