¿De qué forma afecta el alcohol a la conducción?

8 julio, 2024
Javier Gete

Comprometer la seguridad no es buena decisión

El alcohol en la conducción es un factor muy recurrente como causalidad de los accidentes de tráfico, además de las distracciones y la velocidad, como se entiendo en las memorias de la DGT de los últimos años, estando más de 125.000 conductores implicados en accidentes con víctimas, de los que en al menos el 38% de ellos se realizaron pruebas de alcohol con un 27% de conductores fallecidos que dieron resultado positivo en alcoholemia, datos que hablan de la gran afectación en la seguridad de la conducción debida a este factor.

El alcohol reduce muy seriamente la capacidad de atención, con grandes perturbaciones en la percepción y produce somnolencia, cansancio y fatiga muscular. Además se evalúan con gran error las distancias a otros vehículos y se incrementa el tiempo de frenada debido también a una percepción errónea de la velocidad y a una visión incorrecta en cuanto a aproximaciones.

El alcohol genera además una falsa seguridad al volante, aceptando mayor tolerancia al riesgo y produciendo incluso una conducción más agresiva e incluso poco responsable.

En todo caso conviene siempre contar y elegir una buena póliza de seguro para una correcta gestión de cualquier tipo de incidente que se pudiera producir personalmente o con terceros.

¿De qué forma afecta el alcohol a la conducción?

La seguridad de conducir con alcohol es falsa

Las famosas frases que afirman que se trata de trayectos cortos, se ha bebido poco o hace ya mucho tiempo que ingerí alcohol, son la causa de muchos accidentes.

Desgraciadamente el consumo de alcohol es un acto social habitual en nuestra cultura y se piensa que nada podrá ocurrir, hasta que ocurre, y no es nada aconsejable ponerse al volante habiendo bebido ciertas cantidades de alcohol.

Es importante recordar que 2 simples cervezas aportan ya tasas de alcohol que pueden afectar fuertemente a la capacidad de conducir, y es por ello que el Consejo Europeo de Seguridad en el Transporte (ETSC) pretende reducir las tasas de alcohol permitidas a CERO, con máximos de 0,2 g/l en sangre.

De momento en España los límites actuales para conductores (también de aplicación a ciclistas y usuarios de vehículos de movilidad personal como patinetes eléctricos) son como sigue:

  • Conductores generales: 0,5 g/l sangre (0,25 mg/l aire espirado
  • Conductores profesionales y noveles: 0,3g/l sangre (0,15 mg/l aire espirado)

La conducción con alcohol acarrea sanciones muy importantes

Conducir bajo los efectos del alcohol conlleva una sanción administrativa (multa económica) y civil (retirada de puntos e incluso del carnet), pudiendo incluso incurrir en importantes responsabilidades penales (prisión), como sigue:

  • Conducir con una tasa que supere el doble de la permitida conlleva una sanción de 1.000 euros y retirada de 6 puntos del carnet.
  • Ser conductor reincidente (es decir haber sido sancionado en el año inmediatamente anterior por dar positivo a alcohol o drogas) también conlleva una sanción de 1.000 euros.
¿De qué forma afecta el alcohol a la conducción?
  • Conducir con tasas superiores a 0,60 mg/l en aire o 1,2 g/l en sangre es ya un delito castigado con penas de prisión de tres a seis meses o multa de seis a doce meses o trabajos en beneficio de la comunidad de 31 a 90 días, y privación del derecho a conducir de uno a cuatro años.
  • La negativa a someterse a las pruebas también conlleva prisión de seis meses a un año y privación del derecho a conducir de uno a cuatro años.

Por supuesto la mejor tasa de alcohol al conducir es 0,0 g/l ya que así se pueden salvar vidas, sea la propia que las del entorno, y no hay que dejarse llevar por esa falsa sensación de que “a mi no me puede pasar”, recordando que cuanto más se juega más crecen las probabilidades de que sucedan accidentes que se ven exponencialmente fomentados al conducir habiendo ingerido alcohol.