Pese a tener mayores dimensiones que su rival directo el Smart Fortwo (+29 cm de largo, +12 cm de ancho y +4 cm de alto), sorprende que el interior del iQ pueda albergar dos filas de asientos con sólo 13 cm más de batalla. Toyota ha demostrado una gran habilidad adelantando la posición del diferencial que permite reducir 12 cm la distancia entre el paragolpes y los pedales, además de desplazar las ruedas delanteras hasta el limite de la carrocería. La dirección (eléctrica) tiene un sistema de acoplamiento al centro de la cremallera quedando por encima del motor. También emplea un deposito de gasolina plano de 32 litros de capacidad situado debajo de los asientos, y los amortiguadores posteriores se inclinan hacía atrás para dejar más espacio para asientos. Por último el salpicadero asimétrico da más amplitud al espacio del acompañante.

A pesar de un puesto de conducción bien resuelto, el volante no se ajusta en distancia y el asiento no se regula en altura. Y el asiento del pasajero debe deslizarse hacía delante para dejar espacio para las piernas del ocupante trasero, mientras que la plaza de detrás del conductor queda reducida para un niño de talla corta.
Los asientos traseros se pueden abatir para aumentar la capacidad del maletero de 32 a 238 litros. El iQ dispone del motor tricilíndrico 1.0 VVT-i con 68 CV y un par máximo de 9,3 mkg a 4.800 rpm, con cambio manual de 5 marchas o automático Multi Drive. En julio llegará el 1.33 VVT-i de 4 cilindros y 99 CV con sistema Stop-Start y cambio manual de 6 marchas. El tricilíndrico empuja con decisión en marchas cortas en el tráfico urbano y sube de revoluciones con rapidez sin demasiada rumorosidad, lástima que el desarrollo de la caja manual sea tan largo en 4ª y 5ª, para homologar unos consumos bajos que en uso real no se cumplen, aunque si permite cruceros de 140 km/h con tranquilidad.

El iQ presume de tener un perfecto equilibrio entre aplomo y agilidad, propios de un segmento superior, con un alto nivel de confort (no hay rebotes) a pesar de tener suspensiones tirando a firmes. Lo único criticable es que resulta un poco nervioso ante una frenada brusca, porque clava el morro y aligera el tren trasero, dejando que la electrónica se luzca corrigiendo la situación. La dirección de tacto óptimo tiene un reducido diámetro de giro de sólo 7,8 metros, que en maniobras más que girar parece que pivote sobre un eje.
Ya a la venta dispone de serie de 9 airbags con la novedad del airbag posterior, control de estabilidad (VSC), aire acondicionado y mando de audio en el volante por 12.500 euros (2.490 euros más con cambio Multi Drive). El 1.33 VVT-i con acabado superior (iQ2) añade el climatizador, sensores de lluvia y luces, faros antiniebla, llantas de aleación y asientos calefactados con tapicería mixta por 15.250 euros.