Prueba exprés: Ford Galaxy 2.0 TDCI 180 CV Titanium

4 marzo, 2016
J. ROBREDO

Las 7 plazas más cómodas

La alternativa más familiar de Ford se ha renovado a fondo desde el pasado otoño para ofrecer a diferencia del S-MAX (que se concibe como un 5+2 plazas) un auténtico monovolumen de 7 plazas y mejor equipado, con muchos detalles comunes con los de sus hermanos Mondeo y S-MAX, fabricados todos en la planta valenciana de Almusafes.

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Por fuera cambia el frontal, adoptando como los demás Ford la nueva “boca Aston”. No ha crecido mucho sobre el Galaxy ya conocido (sólo 3 cm más de largo, hasta los 4,85 m), crecimiento razonable dado su carácter de 7 plazas con un maletero digno. Ford ha retocado las suspensiones, adoptando la trasera del Mondeo (lo que le permite además anunciar una altura invariable sobre este eje independiente de la carga, como opción autonivelante). La anchura no varía (1,92 m) y la altura se queda en 1,75 con barras de techo, siendo éste el rasgo que más le diferencia del S-MAX (cuyo techo posterior cae bastante más).

Estéticamente, la rejilla frontal trapezoidal delantera se sitúa por encima de otra inferior más ancha, con los faros más estilizados fluyendo hasta la línea central, para buscar una imagen más dinámica y elegante. Detrás, la luneta del portón, bastante vertical, se une más a los grupos ópticos traseros horizontales y partidos, aumentando la sensación de mayor superficie acristalada, impresión reforzada por los pilares más finos de parabrisas y ventanillas que mejoran la visibilidad desde el interior.

Buen confort y alta seguridad.- Una vez dentro, se aprecia el esfuerzo realizado para que sus 7 plazas cuenten con un buen confort y espacio. Lleva plegado automático (por botón) de la tercera fila de asientos para ampliar el maletero, y también con la segunda fila (desde un panel de control ubicado en el propio maletero) liberando un gran suelo plano de carga (con un doble fondo debajo con 20 litros extra). Y además, desde el mismo panel se despliega automáticamente la tercera fila de asientos.

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Hay 4 cm más en espacio para piernas en las dos últimas plazas traseras y un cm más en altura al techo en las tres filas, logrados básicamente a base de “adelgazar” un poco los asientos, más ligeros y confortables, y del tipo “Multi-Contour” los delanteros, que pueden ofrecer hasta masaje y ventilación climatizada. También pueden disponer de ajuste eléctrico (como el volante, ahora también calefactado). Y lo mismo que en el S-MAX, los asientos de la segunda fila basculan hacia delante para facilitar el acceso a los traseros, siendo todos ellos longitudinalmente desplazables, para dejar más espacio libre para acceder a los traseros (los asientos de la 2ª y 3ª fila se pueden desplazar sobre carriles).

Al volante se nota la posición más dominante, con la nueva consola central que baja desde el panel superior, con un salpicadero envolvente que fluye hacia las puertas. El cuadro de mandos lo forma una pantalla digital de 10” (de cuentavueltas y velocímetro analógicos, como en el S-MAX), configurable a gusto del usuario con gráficos en 3D y ajustes de iluminación en función de la luz ambiental. El climatizador es ahora más silencioso y potente (con ajuste independiente para los pasajeros de la 3ª fila).

El portón trasero cuenta con apertura y cierre remotos, bien desde el mando a distancia de la llave o pasando el pie bajo la parte posterior del parachoques. Y como es lógico en un monovolumen familiar, abundan los huecos portaobjetos y no falta ni el espejo retrovisor panorámico interior para vigilar al pasaje infantil. Pese a sus 300 litros de volumen útil (hasta la bandeja cubreequipajes) con 7 plazas, el maletero sigue siendo pequeño para la impedimenta de 7 adultos en viajes largos, pero al menos no es simbólico, ni mucho menos, llegando a superar los 1.200 con 5 plazas (cargando hasta el techo) y los 2.300 con sólo dos, volúmenes ya de mucho respeto.

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En cuanto a seguridad pasiva, el nuevo Galaxy añade ahora airbags laterales en la 2ª fila que se suman a los frontales y laterales delanteros y a los de cortina para las cabezas en las tres filas, además del de rodillas para el conductor. Tenemos freno de mano eléctrico, faros de diodos con cambio automático de luces largas (y capaces de iluminar al máximo sin deslumbrar a los demás vehículos), la dirección de desmultiplicación variable, el asistente precolisión (que reduce la gravedad de un accidente en caso de alcance a otro vehículo o atropello a un peatón), el asistente de aparcamiento automático (en línea y en batería, con la función de alerta de tráfico cruzado, que ayuda a salir de un aparcamiento en paralelo), la cámara de visión frontal (en ángulo de 180º para servir de ayuda en los cruces con poca visibilidad), el detector de ángulo muerto, reconocimiento de señales de tráfico, alerta de mantenimiento de carril, y el sistema SYNC 2 con control por voz del teléfono, climatizador, navegador y sistemas de entretenimiento (con llamada de emergencia en caso de accidente).

Pero como sucede en el S-MAX, lo más curioso es el limitador de velocidad inteligente que ajusta la velocidad a la máxima legal permitida en cada vía, una ayuda que Ford califica (y con razón) de asistente “anti-multas”. La dirección adaptativa inteligente (modifica en ángulo de giro en función de la velocidad) y los nuevos trenes rodantes van con llantas de 16” a 18” de diámetro (y hasta 19” en opción). Entre las ayudas a la seguridad dinámica, destaca además del ABS y el ESP, el control de balanceo RSC (contra el peligro de vuelco). Y en opción también se ofrece el Control Continuo de Amortiguación, que permite graduar su firmeza en tres niveles (“confort”, “normal” y “sport”).

Nuestra prueba del Galaxy 2.0 TDCI 180 CV ha tenido lugar en su nivel máximo de acabado Titanium, muy bien equipado. Sobre este mismo bloque hay tres potencias más (de 120, 150 y la nueva biturbo de 210 CV), todos cumplidores de la normativa Euro 6 y con “stop & start” de serie y recarga inteligente de alternador (regenerativa en la frenada), además del sistema de regulación gradual del paso de aire a través de la nueva rejilla delantera de apertura variable, para aumentar la refrigeración del motor o mejorar la aerodinámica, según se requiera.

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Nuestro Galaxy 2.0 TDCI 180 CV venía sin la opción de la tracción total inteligente (AWD), es decir con su tracción normal delantera, aunque con el cambio automatizado ”Powershift” opcional, presentándose en su nivel Titanium como el alto de gama diesel con sus 180 CV y casi 41 mkg de par de 2.000 a 2.500 rpm. Anuncia nada menos que 205 km/h de velocidad punta y 9,6 segundos en el 0-100 km/h, a los que prácticamente llega y cumplió el 0-100 km/h en 9,3 segundos. Es un motor pleno y brillante, que empuja de firme sobre todo a partir de las 2.000 rpm, gracias a su considerable par que se extiende prácticamente casi hasta las 3.000 rpm. Y aunque entre 1.500 y 2.000 rpm hay una zona de respuesta algo plana, la contundencia de su empuje se siente hasta más allá de las 3.000 rpm, con una agilidad de reacciones sorprendente para un coche de su tamaño.

Suave y silencioso, no compensa pasar de 3.500 rpm en alta (su régimen de potencia máxima) para andar realmente rápido, con un cambio Powershift que sinceramente nos parece de los más rápidos y suaves de su clase. Eso sí los 5,4 lts/100 km de la media del consumo oficial se quedan para la teoría, ya que por el ordenador de a bordo la media que logramos rozó los 8 (7,8 litros), con un mínimo de 6,3 lts/100 . No hay que sorprenderse para un coche que con el conductor sólo a bordo ya roza las dos toneladas de peso, calzado con neumáticos de 245 de ancho, con cambio automático y una importante sección frontal. Sigue siendo un consumo muy razonable, sobre todo para su nivel de prestaciones, que permite rodar muy rápido en autopista y a cruceros legales con un impresionante margen de potencia de reserva.

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En todo caso no es un coche para practicar una conducción deportiva, pero al límite la admite sin descolocarse demasiado. Los frenos cumplen bien, aunque en frío exige pisar fuerte el pedal (calentar unos discos de 316 mm no es tan fácil), el cambio automático es una delicia (tanto en sport como en “D”) y el único reparo menor a su comportamiento es cierta sensibilidad al viento lateral, sobre todo a ritmos rápidos, lógica por otra parte en un coche de su vela con casi 5 m de largo y 1,75 de alto.

En resumen, para un precio final de 41.100 euros (que con las ayudas y promociones existentes no es difícil rebajar hasta el umbral de los 38.000) tenemos un auténtico monovolumen familiar de 7 plazas y prestaciones muy brillantes, de consumo razonable y muy bien equipado en este nivel Titanium.

Versiones del modelo: 'Galaxy'

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