La guerra de Ucrania y su repercusión en el sector del automóvil

19 abril, 2022
M. M.
Vienen tiempos aún más duros…

La criminal guerra de Vladimir Putin contra Ucrania ha puesto de manifiesto la gravedad de los problemas de suministros de los fabricantes occidentales a causa del cierre de los mercados ruso y ucraniano, y eso por no hablar de la reducción de la producción y venta de vehículos en Rusia, que ya se había acusado antes de la invasión del país ucraniano. Por ejemplo en el mes de febrero del presente año 2022, la popular marca Lada (Autovaz) produjo 22.400 unidades de sus modelos, lo que supone un 21% menos respecto a febrero de 2021.

Pero tampoco les ha ido mucho mejor a los constructores occidentales instalados en Rusia: El grupo Renault/Nissan/Mitsubishi (la sagrada “alianza”, donde mandaba Renault y ahora, donde cada uno manda solo en su casa, pese a que los franceses sigan en poder de la mayoría de Nissan, casi un 43%) retrocedió las ventas de sus marcas en un 11,5%, (algo más de 40.000 unidades vendidas) cayendo sobre todo las de Renault un 9% (incluidos los Dacia fabricados allí bajo marca Renault). Y todo dentro de un retroceso general del mercado ruso, que bajó casi un 5% en todo el mes hasta el 24 de febrero, fecha del inicio de la agresión bélica contra Ucrania.

Pero todo el conjunto de sanciones económicas y comerciales desplegadas por los países de la UE y de la OTAN para castigar la economía rusa amenazan también a la supervivencia futura de las empresas occidentales instaladas en aquel país. El caso de Renault es particularmente significativo: su producción de modelos propios o de Dacia se ha visto reducida al máximo, al carecer de componentes procedentes de fuera de Rusia. Su presencia en el mercado ruso no pasará del 2% este año, y pasará a ser marginal el que viene. Nissan ha cerrado ya su planta de San Petersburgo.

En cuanto a los demás constructores también han reducido sus actividades al máximo. Mercedes, BMW (primera marca “premium” en el mercado ruso) y VW (incluidas Skoda y Audi) han cerrado sus plantas (no todas de fabricación) junto con las asiáticas Kia-Hyundai, Mazda y Mitsubishi, así como Ford (que producía vehículos comerciales). Toyota (6% del mercado ruso en 2021) ha tardado un poco más, pero ha cerrado temporalmente su planta de San Petersburgo y ha repatriado a todo su personal de origen japonés.

El grupo Stellantis (PSA y FCA) ha suspendido sus exportaciones a Rusia y ha interrumpido por completo su actividad en la planta rusa de Kaluga. Y luego otras marcas como Volvo, GM (Cadillac + Chevrolet), Honda, Jaguar-Land Rover, Porsche y Aston Martin (sin fábricas en Rusia) han cortado de manera definitiva sus exportaciones a Rusia. Las estimaciones más moderadas anuncian un retroceso de al menos el 40% del mercado ruso de automoción para el presente 2022 (bueno, en España, aunque sea por otros motivos, en el pasado mes de marzo, nuestro mercado se desplomó un 30%…).

También, aunque en sentido inverso, las marcas occidentales están ya sufriendo los cortes de suministros de materias primas procedentes de Rusia y Ucrania, en especial de cobalto y aluminio, así como también de otros productos manufacturados como mazos de cables (cobre) y semiconductores. Desde el 7 de marzo el grupo VW y Porsche, junto con BMW, sufren una dramática reducción de importaciones de aluminio procedentes de Rusia y de los países de su federación, y en el caso de BMW ha debido suspender la producción de algunos modelos por falta de aluminio.

El impacto de esta falta de materias primas puede añadir un 12% extra a la disminución de producción de vehículos en la EU ya anticipada por la patronal ACEA, que podría dejar la misma, si el conflicto no se soluciona antes, en dos tercios de la producción de 2021, una caída realmente dramática. Como añadido, la subida de precios de los vehículos que se vendan está garantizada, al tener que recurrir los fabricantes a otros proveedores más caros de algunos componentes que antes se importaban de Ucrania, como por ejemplo un «mazo» de cableado.