Prueba: Mercedes-AMG SLC 43 vs Porsche 718 Cayman S

20 abril, 2017
C. ENRIQUEZ DE SALAMANCA


Sonreír a cubierto… o descubierto

A FAVOR (Porsche) EN CONTRA (Porsche)
Eficacia, tacto y comportamiento deportivo Suspensión más incómoda
Cambio PDK insuperable Sonido del motor sin gracia
Calidad de acabado Es más caro
A FAVOR (Mercedes) EN CONTRA (Mercedes)
Calidad de rodadura Peso
Suavidad del cambio Diseño interior algo anticuado
Comportamiento progresivo y polivalente Cambio en uso deportivo

No hace falta tener una manada de caballos desbocados para tener una experiencia casi religiosa con un volante entre las manos. Ni el Mercedes-AMG SLC 43 ni el 718 Cayman S son deportivos radicales, pero te lo puedes pasar con ellos mejor que un marrano en un charco. Y también puedes pasear como si fueras alguien políticamente correcto.

Correr, lo que se dice correr, vaya si corren. Como para perder varias veces el carnet en un viaje algo atolondrado. Cuando uno lee, escucha o dice Porsche o AMG es lo menos que se puede esperar. Y los 350 CV del Cayman S o los 367 CV del SLC dan para mucho. Pero mucho. Ya he comentado que no son deportivos radicales, sino un par de caprichos, dos juguetes para adultos sin reparos ni compromisos. Habitabilidad o maletero son dos conceptos que aquí no se contemplan. ¿Polivalencia? Bueno, depende de tu criterio, siempre y cuando no haya más de dos personas a bordo. Pero si no te apetece exprimirlos, también dan para pasear como un señor o como una top model en la pasarela más «fashion», aunque en este sentido es mejor el Mercedes que el Porsche. Nobleza obliga. ¿O debería decir que es el tipo de carrocería?

Cada uno en su lugar.- Seguro que ya te has dado cuenta de que el rival natural del SLC es más bien un Boxster en lugar del Cayman. En realidad, después de probarlos y a pesar de que planteamos esta comparativa, no compiten entre ellos. Vale que ambos son biplaza, que más o menos tienen el mismo nivel de potencia, que tienen cambio automático, que sus prestaciones son de órdago, que no te vas a comprar uno u otro por su consumo y que el precio está por ahí por ahí.

Básicamente, el Cayman S tiene un tacto deportivo que el SLC no alcanza por muy AMG que sea. Y el Porsche no te da la calidad de rodadura del SLC, aunque el Mercedes vaya descapotado (el viento queda guay en las películas, pero hace ruido y molesta). Que sí, que coinciden en muchas cosas, pero cada uno está destinado a un tipo de cliente diferente. Hace algunos años, realizando otra comparativa en la que había un SLS AMG y un Porsche 911 Turbo S, recuerdo que un piloto —con varios campeonatos en su palmarés— me comentaba que el Mercedes era ideal “para ir a tomar el aperitivo” y que del Porsche “poco más se podía añadir que no se hubiera dicho ya del 911”. Con el debido respeto y las consideraciones oportunas, poco más o menos se puede añadir. Si estás dudando entre uno u otro, confío en que esta comparativa te sirva para dilucidar cuál de los dos encaja mejor con tu forma de ver la vida.

El aperitivo.- Antes de que eso del aperitivo hiera susceptibilidades, habrá que insistir en que el SLC proporciona un nivel de confort superior. Sí, las suspensiones de los dos son firmes y, como son regulables, pueden ser todavía más firmes. Jugando con los diferentes modos de conducción y ajustes que cada uno ofrece, si consideramos una escala de 0 a 10 en cuanto a dureza de amortiguación, yo diría que el Porsche se mueve entre el 7 y el 8, mientras que el Mercedes lo hace entre el 6 y el 7. La calidad de rodadura del SLC va a ser siempre superior. Siempre que, como tal concepto, entendamos una equilibrada proporción de capacidad de absorción de la suspensión, comportamiento eficaz, dirección precisa y sonoridad contenida.

Para ir a tomar el vermut de la una y media, aunque llegues unos segundos más tarde, el SLC es más agradable. Y no solo por la suspensión. Por una parte, el Mercedes hace menos ruido cuando vas capotado e, incluso, en caso de ir sin techo el sonido del V6 biturbo me parece más agradable; también es algo más gamberro cuando petardea al reducir en los modos de conducción más deportivos (Sport y Sport+). El sonido del bóxer de cuatro cilindros del Cayman S es peculiar, pero no es su punto más fuerte, ni siquiera cuando le das al botón que modifica el «bypass» del escape para que suene más gordo. Asimismo, el tacto de la dirección es más aburguesado en el SLC , también es un pelín más lenta pero no mucho menos precisa. Y, en cuanto a comportamiento, está claro que el Porsche es más eficaz, pero también más exigente.

¡A jugar!– Las diferencias de carácter entre uno y otro se aprecian con mayor claridad cuando quitas todos los controles electrónicos y te pones a hacer el macarra, justo lo que hicimos para la sesión de fotos en el Circuito del Jarama como puedes ver y que, bajo ninguna circunstancia, debes imitar en vías públicas. Al SLC , sobre todo descapotado, se le nota menos rígido, más progresivo, menos reactivo. Es más sencillo descompensarlo para que el tren trasero comience a bailar y también requiere menos urgencias para corregirlo o mantenerlo cruzado. A veces dan ganas de saludar al respetable en plena cruzada, pero la vergüenza torera —y el guardarraíl que no está tan lejos— recomienda ser prudentes. El Cayman, por el contrario, tiene un punto más firme y exigente, también más preciso y eficaz. Su nivel de adherencia es superior y cualquier variación en el gas o en el volante se nota y transmite de manera inmediata en cómo reacciona el coche. Por supuesto, el calzado de uno y otro tiene bastante que ver con todo lo dicho. En nuestro caso, el SLC iba con las ruedas de serie sobre llantas de 18 pulgadas, mientras que el Cayman S iba con unas opcionales en medida 235/35 ZR20 delante y 265/35 ZR20 detrás.

Aunque no tenemos datos de telemetría ni nada similar para poder comparar velocidad de paso por curva, me apuesto lo que haga falta a que el tren posterior del Cayman S comienza a deslizar a un ritmo más alto y siempre con la sensación de que el agarre de los neumáticos está ahí mismo. Por eso, porque no es lo mismo derrapar a 60 que a 80 km/h, el Porsche hay que sujetarlo, pero no hay una mala reacción ni un mal gesto. Para ser un coche con motor central, tiene un comportamiento francamente noble cuando jugueteas con el límite. Eso sí, mucho ojo porque superarlo implica «ir a un rabo» considerable y en ese punto hay que tener muchas manos para no tener un problema todavía más considerable. Si se trata de ir más rápido, en cualquier caso, mejor el Porsche; si la cosa va de diversión controlada y controlable, el Mercedes.

Las decimillas.- En cuanto a cuál de los dos corre más o gasta menos, los 367 CV oficiales del AMG SLC no pueden con los 350 CV del Cayman S. No soy de comparar las prestaciones o consumos con pie de rey, pero está claro que la diferencia de peso juega en contra del Mercedes (el techo retráctil debe pesar lo suyo). En cualquier caso, no me parece que sea algo preocupante, toda vez que el tacto y la respuesta del V6 biturbo también resulta más agradable y, obviamente, no le falta mala leche cuando hace falta. Por supuesto que el bóxer de Porsche también es una maravilla por cómo empuja y por cómo responde a la mínima insinuación, pero tiene un puntillo más áspero.

Por lo que se refiere a las transmisiones, con el cambio 9G-Tronic del SLC es totalmente imposible que el motor se encuentre en un régimen de giro equivocado, salvo que seas tú quien te pongas a jugar con las levas del volante. Si, en cambio, le dejas actuar, siempre tienes el nivel de par y potencia adecuado para cada ocasión. El hecho de que el paso de 80 a 120 km/h en D sea prácticamente calcado entre uno y otro se debe precisamente a esto. Rápido y suave, extremadamente suave en conducción tranquila, el 9G-Tronic es el compañero ideal para quien valore unas transiciones imperceptibles entre marchas.

El PDK, por su parte, está muy cerca de esa suavidad de funcionamiento a la hora de ir tranquilos, pero no es tan sedoso. Eso sí, a la hora de hacer conducción muy deportiva —recuerda, solo en circuito—, el PDK de Porsche no tiene rival, mientras que el 9G-Tronic necesita cierto respiro en según qué situaciones. Por mucho que te gusten los cambios manuales, por muy tradicional o muy buen piloto que seas, el PDK lo va a hacer mejor que tú. Y, sí, también tiene levas en el volante, pero insisto: déjale hacer; pon el modo de conducción que quieras y ve al ritmo que te apetezca, pero déjale hacer. No es solo un consejo o una opinión personal mía. He hablado sobre el tema con un montón de pilotos (de los que ganan campeonatos) y están totalmente de acuerdo.

Siempre hay clases.- Por dentro, la cuestión no es otra que el gusto personal de cada uno. Calidad percibida y real de uno y otro está a un nivel que pocas otras marcas pueden alcanzar. No obstante, el ambiente del Cayman S parece mejor trabajado, más cuidado en cada detalle. Imposible pillarle en un renuncio. A lo mejor te puedes quejar de algún detalle que no te resulte cómodo, pero la calidad de acabado es superlativa.

Al SLC se le puede sacar más punta. Quizá sea el hecho de que el salpicadero del Mercedes acusa un poco más el paso de los años. O quizá sea que su aire de familia esté ya muy visto desde la Clase A hasta la S. Y, puestos a ser sarcásticos, ya sabes que en la gama Porsche no hay modelos comparables a algo tan ramplón como un compacto. Ambas marcas son premium a más no poder, pero en el subconsciente queda que hay nobleza que se mezcla con la plebe y aristocracia que mantiene su pureza de sangre.

También hay un detalle en el volante del Porsche —no solo del Cayman S, lo puedes ver también en un 911— que mola mogollón, aunque estéticamente no me parece que esté bien resuelto: la ruleta para elegir los modos de conducción con el botón “Sport Response Button” en el centro (hace falta el paquete Sport Chrono y cambio PDK para tenerlo). En cuanto lo pulsas, aquello parece una feria y, durante 20 segundos, motor y cambio te ponen los pelos de punta porque responden con más rabia incluso que en el modo Sport Plus. La ruleta será fea, pero el chisme funciona a la perfección y un servidor se ha pasado una semana dale que te pego al botón. Tendré canas, pero el macarrismo profesional lo cultivo con esmero.

Envidia de la mala.- Tanto si te compras uno como si prefieres el otro, solo me cabe decirte que me das una envidia tremenda. Y de la mala. Porque ambos son un acierto y perfectamente válidos para disfrutar de una conducción relajada o deportiva según tu estado de ánimo. Personalmente, no sabría por cuál decidirme. Poniendo en la balanza el precio, lo lógico es elegir el Mercedes, porque los 8.000 euros de diferencia a su favor dan para añadir un buen montón de opciones interesantes. No obstante, en mi opinión el tema económico debería pesar menos en la balanza que las marcadas diferencias de carácter entre ellos, a pesar de sus similitudes. Por si no ha quedado claro, el Cayman S es adecuado para quien antepone un tacto marcadamente deportivo y una eficacia sublime a cualquier otra consideración; el AMG SLC 43 tiene un margen de uso más amplio: desde un descapotable para pasear acaparando miradas de envidia hasta un coupé que corre que se las pela y petardea como un condenado para llamar todavía más la atención.

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