Gerardo Romero-Requejo M.
Recoge el agua de lluvia para el limpiaparabrisas
Un español ha diseñado un dispositivo al que ha bautizado como Self-filling Wiper, por el que aprovecha tanto el agua de lluvia como la procedente del lavado de los coches para rellenar el depósito del limpiaparabrisas.
Dicen que el éxito es para los que saben anticiparse y quizá un inventor español se haya aventurado a poner su granito de arena ante un riesgo al alza, que pasa desapercibido para la gran mayoría del mundo desarrollado. ¿Cuántas veces hemos intentado limpiar la suciedad el parabrisas y no hemos podido al tener vacío el depósito de líquido limpiaparabrisas? Reconozco que ha sido en muy pocas ocasiones en los más de 30 años que llevo conduciendo y que he solucionado el imprevisto rellenando con agua mineral o del grifo y muy pocas veces con agua destilada o un líquido lavaparabrisas, que es lo suyo si queremos obtener la máxima efectividad en cuanto a limpieza y protección anticongelante. Y sin embargo he de reconocer que la situación me generó algo de estrés al no tener cómo limpiar el parabrisas sucio…
Cómo funciona el Self-filling Wiper
Para evitarnos la molestia de tener que rellenar el depósito manualmente (hay conductores que parece les da pereza hacerlo aunque vean encendido el testigo en el cuadro de instrumentos o simplemente se olvidan de hacer esa sencilla labor de mantenimiento básico), el inventor Beñat Olaizola especializado en “Automatización y Robótica Industrial”, ha desarrollado un ingenioso sistema automatizado denominado Self-filling Wiper, por el que siempre tendremos el depósito del limpiaparabrisas con agua suficiente para realizar una conducción confortable y segura, al disminuir el riesgo de sufrir un accidente ante una mala visibilidad por un parabrisas sucio.
Este dispositivo recoge a través del vierteaguas del coche el agua procedente de la lluvia (o de un lavadero automático de coches), mediante un tubo que pasa por un filtro antes de caer al depósito del limpiaparabrisas. Al llenarse este último y para evitar el desbordamiento, una electroválvula envía una señal para cerrar la tapa principal situada en el canal vierteaguas, que a su vez dispone de una rejilla para partículas grandes (hojas o restos de suciedad), y que abre cada vez que arrancamos el vehículo, cerrándose al retirar el contacto cuando lo dejamos aparcado.
Pero más allá de la rápida y sencilla solución que encontramos ante un problema ocasional por la falta de preocupación (a la mayor parte de los conductores nos rellenan el depósito con lavaparabrisas por un puñado de euros en la revisión periódica de nuestro vehículo), la creciente conciencia ecológica y de economía circular ha ido llegando al sector industrial, siendo el agua uno de sus próximos objetivos, donde las empresas europeas del sector de la automoción deberán reportar sus inversiones en programas de I+D que estén alineadas con el “Reglamento 2020/852 de Taxonomía”.
Esto supone cumplir con la Directiva de Reporte de Sostenibilidad, donde las empresas tienen que reportar la información ESG (Environmental, Social y Governance) y especialmente en la parte medioambiental donde hay que reportar datos relacionados con la gestión del agua.
El riesgo hídrico marcará el desarrollo industrial
El Word Economic Forum en su informe Global Risk Report de 2023, ha realizado una encuesta a más de 1.200 expertos del mundo académico, empresarial, gubernamental, comunidades internacionales, etc, que señalan los riesgos globales que podrían tener mayor severidad entre los próximos 2 y 10 años, centrados en la posible crisis de recursos naturales críticos debido a la escasez de suministro de productos básicos a escala global, como resultado de la sobreexplotación humana y/o su mala gestión, en donde entre otros estaría el recurso del agua.
El agua dulce representa únicamente el 2,5% del agua de nuestro planeta y se encuentra en mayor parte congelada en glaciares. Aproximadamente el 96% del agua dulce en estado líquido se localiza en zonas subterráneas (acuíferos) y el resto se encuentra en la superficie o en la atmósfera. Está claro que el agua que bebemos es un bien escaso que debemos administrar bien y hay zonas del globo en la que es auténtico oro líquido. Según la Organización Meteorológica Mundial, cerca de 2.200 millones de personas viven sin acceso al agua potable (el 30% de la población mundial) y la cantidad anual de agua dulce por persona ha disminuido más de un 20% en los últimos 20 años… y la población sigue creciendo.
Los líderes de 196 países pertenecientes en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, fijaron en el Acuerdo de París de 2015, unos objetivos comunes de largo plazo para limitar el calentamiento mundial por debajo de los 2,0 grados (1,5 grados preferiblemente) en comparación con los niveles preindustriales. En dicho acuerdo se fijaron 170 metas agrupadas en 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que tienen que cumplir todos los países y consecuentemente, toda la industria con un objetivo pivotado entorno a 5 ejes: planeta, personas, prosperidad, paz y alianzas.
Pues bien, uno de los objetivos es el de “Agua limpia y saneamiento”, que trata de que “hay que garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento del agua para todos”.
Esta necesidad se consigue aumentando el uso eficiente de recursos hídricos (extracción de agua dulce) a través de su gestión integral en la producción y consumo responsable. Por ello, cada gota de agua cuenta y hacer que todos los vehículos tengan instalado el sistema “Self-filling Wiper”, podría trabajar claramente frente al riesgo de estrés hídrico al que nos enfrentamos los diferentes países y regiones del globo terráqueo.
Solo en Europa circulan unos 300 millones de vehículos que vienen a gastar unos 8 litros al año de media (un depósito medio común), lo que supone unos 3.000 millones de litros anualmente, lo que supondría un ahorro de 4 litros por cada ciudadano europeo (unos 746 millones) al año, teniendo solo que añadir una poca cantidad de líquido limpiaparabrisas concentrado.
Y no hay que mirar solo a los países mediterráneos, a priori menos receptores de agua de lluvia y donde una desaladora puede llegar a solucionar parte del problema en zonas costeras (el agua sanitaria). Incluso en los países desarrollados del norte de Europa, por ejemplo, hay ciudades en la región de Baviera, lejos del mar, donde muchos municipios tienen cortes de agua (no tienen agua para todos sus ciudadanos y hay cortes de suministro para reducir su consumo), y planean hacer una gigantesca red de tuberías de larga distancia para trasvasar el agua del norte de la región a la zona de Franconia y el Alto Palantino, donde no llueve ni la mitad que en otras zonas de Alemania.
Por tanto, es evidente que toda medida, por pequeña que nos parezca, que sirva para reducir el consumo de agua potable será bienvenida. No malgastar agua potable para rellenar el depósito de los limpiaparabrisas gracias al aprovechamiento del agua de la lluvia o de los propios lavaderos es una medida que contribuiría a mejorar el riesgo de estrés hídrico ya no solo en el planeta, sino a nivel local.
De momento el sistema Self-filling Wiper está patentado internacionalmente a la espera de su implantación industrial por parte de los fabricantes de componentes de automóviles, que a buen seguro sabrán apreciar una vez más el ingenio español para ayudar a resolver con un pequeño gesto un problema global.