El Espace que viene
Último pétalo de la famosa “margarita” vital con la que Renault definió su estrategia futura de producto hace un lustro, el Initiale París interpreta el concepto de sabiduría (wisdom) que la marca otorgó a este sexto modelo, más cercano en realidad al de la “sagesse” francesa y la madurez hispana. Un monovolumen amplio para disfrutar del confort y la tranquilidad del viaje (desde unos 40.000 euros), en el que la marca del rombo prefigura las líneas maestras del próximo sucesor del Espace (finales 2014).
Como es lógico, este Initiale París “concept” es un monovolumen, pero no pretende serlo tanto como lo es el actual Espace (y sobre todo, el Grand Espace), recurriendo (no faltaba más) al manido comodín del estilo “crossover” para explicar esta combinación de gran turismo y monovolumen familiar, con un suave toque de “grandeur” con el “chic” de París. En todo caso es más bajo y deportivo que el Espace, sobre una plataforma de casi 3 m de batalla para una longitud total de 4,85 m. Presentado en la cita de la capital del Meno por Laurens van den Acker, el holandés responsable de diseño de Renault, este Initiale París encarna rasgos automovilísticos y aeronáuticos, buscando conjuntar robustez y ligereza, cualidades con frecuencia de difícil maridaje.

El frontal adopta el nuevo diseño con el logo del rombo central y grande, insertado no en una lama horizontal sino en medio de varias, sin que la parrilla desaparezca sino que se extiende a los lados y por debajo del mismo, creando una nueva imagen más dinámica. Los faros de diodos enmarcan la parrilla, y la cintura alta unida a la menor altura total reduce la superficie acristalada lateral, compensada por un techo de vidrio sintético con un alambicado dibujo que pretende reproducir el plano de París (y que de entrada parece un completo astillado), todo un “gadget” de “concept” que desde luego no estará presente en el modelo final de calle.
La zaga presenta un portón bastante vertical, de luneta ancha y baja, con los grupos ópticos en flecha (como en los Scénic) y un contorno de los cristales laterales que la marca define como contorno en “pluma”, con un remate trasero con trampillas desplegables motorizadas, destinadas a actuar de freno aerodinámico como los “flaps” de un avión (otra pincelada “concept” sin visos de futuro).
Con puertas de apertura enfrentada (dotadas hasta con un estribo motorizado que se baja al abrirlas, para facilitar el acceso), este Initiale París “concept” respira un aire “premium” como corresponde a un alto de gama, con una composición que abunda en el diseño de rombos yuxtapuestos (y hasta contrapuestos) en una estructura que pretende recordar la del nido de abeja. Asentado sobre grandes llantas de aleación de 22” de seis radios en negro y cromo, el toque parísino también aparece en el umbral de puertas, en un supuesto guiño a la imagen del Grand Palais o la torre Eiffel, como inequívocos iconos de la Ciudad Luz, aunque la máxima originalidad recaiga en el techo translúcido, realizado en aluminio y plexiglás y que brinda el homenaje más formal a la capital francesa, con el plano de París grabado en su masa.

En el interior encontramos los ya habituales insertos en madera noble y aluminio, desplegados en forma discreta y elegante, con acabados mates para la madera de nogal y superficies satinadas en los cromados, con una terminación progresiva que en el caso de la consola (tipo suspendida) se funde en un degradado que pasa del tono madera al negro brillo. No hay retrovisores, sustituidos por cámaras de visión trasera, finas y perfiladas, mientras que tres filas de asientos ofrecen seis cómodas plazas, con las dos primeras filas sin unión vertical al piso, fijadas al túnel central, con una articulación entre respaldo y banqueta que deja pasar la luz.
Dada la amplitud del habitáculo, que se presta al de una sala de audición, Renault ha aprovechado para montar un sofisticado equipo musical Bose (diseñado por el compositor Andrea Cera) desarrollado en colaboración con el IRCAM (instituto francés de investigación y coordinación acústica y musical). Toda una instalación integrada con sonido envolvente “surround” emitido por 32 altavoces (con bafles de 2 en los reposacabezas), controlado por un amplificador digital de 12 canales y pensado para un sonido envolvente en 360º.
Por último, la tercera fila de asientos corre a cargo de una banqueta de láminas móviles independientes que permiten múltiples combinaciones, acorde a la modularidad que se espera de un monovolumen (respaldo abatible total o parcialmente, banqueta continua con reposabrazos, etc).

Son detalles del máximo lujo, correspondientes al nivel “premium” que va unido a esta denominación Initiale, ostentada por los máximos acabados de otros Renault históricos, y que difícilmente (como no sea en caras y exclusivas opciones) veremos en el modelo final de calle. Pero lo que sí podremos ver es su interesante motorización, un ejemplo de “downsizing” inteligente a cargo del nuevo turbodiesel 1.6 dCi 130 CV, extrapolado aquí mediante una alimentación biturbo (“twin turbo) hasta entregar un par máximo de casi 41 mkg, sensacional para su cilindrada e ideal para un vehículo como éste, disponible al 90% desde 1.500 rpm, y asociado al cambio robotizado EDC de doble embrague, con 6 relaciones y mando “shift-by-wire”, rápido y directo, procedente de la experiencia de la marca en la Fórmula 1, de accionamiento eléctrico sin cables desde la fina palanca de la consola.
En definitiva, todo un ejercicio de ingeniería avanzada que se resumirá en sus aspectos esenciales en el futuro sucesor del Espace, previsto para finales del año próximo, y que Renault propone ya como ejemplo de lo que supone la aplicación de la sabiduría automovilística a los modelos familiares del mañana.