Prueba: Audi SQ5 2018

5 junio, 2018
C. ENRIQUEZ DE SALAMANCA
Misión… complicada
A FAVOR EN CONTRA
Maletero grande Consumo en ciudad
Frenada muy eficaz Peso elevado
Confort, sobre todo acústico Precio alto
Equipamiento muy completo
Calidad materiales y acabado

Irracional, inadecuado, ilógico, absurdo… ¡Qué tirana es la moda! Todos esos adjetivos se me vienen a la cabeza cuando me enfrento a la prueba de un SUV. Y más aún cuando se trata de uno que tiene más de 350 CV. Con el SQ5 de Audi me sucede exactamente eso. Sin embargo, solo te pido que me perdones si me paso en los adjetivos, pero sigas leyendo, porque el Audi SQ5 también tiene mucho que ofrecer y bueno.

Hay que ver lo poco que nos preocupa el medioambiente (aunque no a todos); cuidar el planeta que le vamos a dejar a nuestros hijos, hacer un uso racional de los recursos energéticos, reducir el consumo y las emisiones. Seguramente, por todas esas razones, el segmento del sector del automóvil que más crece y que mayor éxito tiene es el de los SUV. ¡Qué contradicción! Sí. Los SUV, esos coches más caros de mantener, que pesan más y, por tanto, contaminan más. Pero que enamoran a muchos compradores (cerca del 40% de los coches que se venderán este año en España serán SUV).

Prueba Audi SQ5 2018: Aunque empecemos mal…

Hay que ver también lo poco que aún nos preocupamos por la seguridad. Cuidar la integridad de los ocupantes e, incluso, de los peatones, evitar accidentes o minimizar sus consecuencias. Y otra vez (con perdón) vuelvo a criticar a los SUV que, tocados por la moda, se permiten pesar más y, por tanto, frenan peor; esos coches que tienen el centro de gravedad más alto y, por tanto, tienen peor estabilidad; que, además, son más caros de mantener y consumen más combustible… Aunque reconozco que a mucha gente les parecen más seguros por ser más voluminosos.

A veces discuto con un amigo mío al que le gustan este tipo de coches y, para fastidiarle, le digo que los SUV son la punta de lanza de la política de género contra el heteropatriarcado capitalista opresor. “¿Cómo puedes decir semejante gilipollez?”, me pregunta. “Pues porque en el fondo sabes que te lo has comprado porque le gustaba a tu mujer, porque cazador no eres y tampoco sales al campo”.

Y, tras psicoanalizar nuestras contradicciones —por no decir hipocresía—, solo cabe decir que hay que ver cómo nos gustan los deportivos, esos coches ligeros, bajitos, ágiles y potentes. Justo como este Audi SQ5, que solo cumple la última condición.

Efectivamente. No me gustan los SUV (pero sí la deportividad de este AUdi SQ5); lo siento. Los detesto por pura filosofía, porque son un mal turismo y un peor todoterreno. Un contrasentido en sí mismos por definición. Ni siquiera son más amplios por dentro frente a un monovolumen familiar o también que algunos break de tamaño similar (o una berlina grande, si me apuran). Y, a priori, este Audi SQ5 es una hipérbole de todos esos defectos porque añade un carácter muy deportivo y fascinante a un coche que pesa casi 1,9 toneladas. Pero hay que jo…robarse con lo bien que va este AUdi SQ5. De hecho, no voy a negar que es aceptable hasta el tacto deportivo que tiene.

Prueba Audi SQ5 2018:…pero no hay que preocuparse

Claro que lograr ese tacto deportivo exige una dosis extra de trabajo a los ingenieros, que han tenido que sobredimensionar todo lo que tenga que ver con el tren de rodaje, y no me refiero solo al motor. Éste, por cierto, es un V6 de 3 litros sobrealimentado con un turbo de doble entrada. Por supuesto, tiene inyección directa y Valvelift, que modifica la alzada de las válvulas. Obviamente, recomiendo a los aficionados a tuercas, arandelas y llaves de tubo pasar una tarde leyendo todo el arsenal tecnológico del Audi SQ5 —del motor y de lo que haga falta—, pero un servidor se va a centrar en lo que se nota al volante. Y lo que notas es un motor inteligente que empuja de manera más lineal que contundente.

A ver, los 354 CV oficiales son una buena cuadra de caballos pero por una parte los 1.870 kilos son un montón de kilos y, por otra, el cambio S-Tronic de convertidor de par y 8 marchas está más pensado a la vertiente “confort tirando a sport”: es muy suave y rápido en las transiciones pero no es el mejor que he probado si le apuras y le metes prisa. Ya que estamos, el cambio tiene algunas funciones curiosas, como la activación de la navegación a vela con la leva derecha y su coordinación con el radar delantero. En Román Paladino, este Audi SQ5 decide mejor que tú si conviene poner o no la navegación a vela. ¡Muchas gracias!

Volviendo al tema del motor, no voy a negar que corre un disparate. Como además vas sentado en el SUV más arriba de lo normal, la sensación puede llegar a ser incluso sobrecogedora a medida que te aproximas a la siguiente curva. Pero, con todo y con eso, creo que hace bien sus deberes. El sonido tira a una relativa discreción que solo se ve alterada cuando petardea en los modos de conducción más dinámicos. El aislamiento acústico es otra de las virtudes de este coche, que además tiene una terminación impecable y unos materiales de alta calidad.

Prueba Audi SQ5 2018: Santa técnica bendita

¿Decía que nos estábamos acercando a una curva? Pues habrá que hacer un homenaje a los frenos, otro de esos componentes sobredimensionados para mayor honra y gloria de la ingeniería alemana. Son unos discos de 350 mm delante y 330 detrás que son capaces de parar el coche con una eficacia impresionante y con un tacto muy dosificable. De lo mejor del coche, desde mi punto de vista. ¿Que si aguantan? Sí, pero sin hacer locuras, porque espero que no seas tan insensato como para meter el Audi SQ5 en circuito o para hacerte un tramo de montaña buscando un “scratch”.

Una vez que nos hemos metido en la curva o en una sucesión de cambios de apoyo, salen a relucir más virtudes del coche. Para empezar, por ejemplo, que es más ágil de lo que te esperas, aunque a mi modo de ver tiene el enemigo en casa: hace unos meses tuve la oportunidad de probar el mismo día toda la gama S de Audi y los dos modelos más voluminosos eran el Audi SQ7 y este Audi SQ5. Bueno, pues si me preguntas cuál de los dos me pareció proporcionalmente más ágil, te diré que el Audi SQ7. Bueno, todo queda en casa.

No sé cual pudo ser el origen de un coche como el SQ5 de Audi, una marca que cada vez más hace gala de su deportividad. Se me ocurren dos posibilidades: una, los de mercadotecnia (vulgo, “marketing”) dijeron que los clientes pedían un SUV con carácter y los ingenieros respondieron “os vais a enterar”; dos, los ingenieros decidieron ponerle pimienta a los aburridos SUV que decían los de mercadotecnia que pedían los clientes.

De todas maneras, esta unidad en concreto —exactamente la misma que probé hace tiempo junto al Audi SQ7— tiene un comportamiento dinámico impresionante. Eso sí, tengo que matizar que el coche llevaba algunas “ayuditas” opcionales. Para empezar, la suspensión adaptativa era la neumática mientras que la dirección era la dinámica y en el eje posterior había un diferencial deportivo de esos que frena la rueda interior en las curvas para favorecer el giro.

En resumen, que entre elementos sobredimensionados y opciones interesantes, este Audi SQ5 puede que no sea (por imposible) el deportivo ejemplar, pero ofrece una precisión de trayectoria y un equilibrio entre confort y dinamismo —me niego a decir otra vez “deportividad” tratándose de un SUV— que son dignos de destacar. Y si hablamos de asistentes electrónicos a la conducción, mejor que nos lo tomemos con calma porque lleva o puede llevar lo que casi ni te imaginas.

Prueba Audi SQ5 2018: ¡Ay la pasta!

Vamos, que pocas cosas se pueden criticar del Audi SQ5 si hablamos de sus cualidades dinámicas, de su facilidad y seguridad de conducción o de la calidad global del coche. Va tan bien, que incluso hay veces que se te olvida que es un SUV de casi 1,9 toneladas de peso. Por cierto, aunque este coche seguramente no va a ver una pista de tierra ni en postal, la suspensión neumática incluye un modo off-road. Por si acaso.
Del interior, poco se puede añadir en cuanto a sus perfectos ajustes y gran calidad percibida tratándose de un Audi. El virtual Cockpit multiconfigurable le da el toque tecnológico, el volante achatado y los detalles en carbono y aluminio le dan ese aire más agresivo, mientras que los cómodos butacones reflejan que es un turismo disfrazado y la banqueta trasera deslizante recuerda su enfoque familiar. De hecho, tiene un buen maletero (550 litros).

Obviamente, si le pisas gasta. Pero no es un asunto preocupante a ritmo sostenido (más o menos legal) por carretera o autopista. Ahora bien, lo que no le gusta tanto es moverse por ciudad. Las paradas y arranques continuos de una mole de este porte acaban pasando factura… como le pasa a cualquier SUV. Por eso no me queda más remedio que recordar lo que decía al inicio de esta prueba: ay que ver lo poco que nos preocupa el medio ambiente. Por eso nuestras ciudades están llenas de SUV.

Con todo, el principal inconveniente del Audi SQ5 surge cuando echas una ojeada a sus rivales: algunos más baratos y otros no, pero que transmiten sensaciones similares al volante. Y el que es más caro, su primo hermano de Porsche, va mejor que todos ellos; al menos si lo que buscas es un tacto deportivo (he dicho “tacto”, no he dicho que sea deportivo).

Complicado no es imposible. Para concluir, repito que un SUV jamás podrá ser deportivo de verdad por peso y por centro de gravedad, del mismo modo que tampoco será jamás un todoterreno ni tampoco un turismo. De ahí no hay quien me mueva. Si de mí dependiera, los SUV desaparecerían de la faz de la tierra o les pondría que pagasen más impuestos. Pero una cosa es mi opinión (subjetiva) y otra cosa es no admitir que el Audi SQ5 tiene más virtudes que defectos (ambos, objetivos). No. Definitivamente no me lo compraría, pero si te gustan los SUV y quieres uno que corra mucho y sea bastante seguro, este irracional e ilógico Audi SQ5 es un gran coche, que por cierto, también enamorará a su público. Ya se sabe que el amor es ciego.

Versiones del modelo: 'Q5'

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