Pepe Valenciano
Fernando Alonso tiene razones para estar contento. Su cara al terminar la carrera lo dice todo. Sonrisilla pícara del que sabe algo más que los demás. Ya lo dijo el sábado, que la carrera, de acabar como estaba la parrilla, era buena ara él. Y vaya si lo fue. Volvió Alonso a salir como siempre, como un maestro en el arte de la lidia suprema, la salida. Y toreó como nadie a los toros de Red Bull. Su enemigo no era su amigo Webber (lo será ya en Canadá, como ha manifestado Alonso), sino Vettel con quien compartía el liderato. Tenía que realizar una salida de las suyas. Un dato: sólo Alonso ha conseguido ganar alguna posición al término de la primera vuelta, en todas las carreras de este año. El excepcional sistema de salida del Ferrari junto a su portentosa conducción son el binomio perfecto para la salida perfecta. Sonreía el piloto de Ferrari sabedor de que ya no están por detrás, de que hay algo más que sacan en la próxima carrera, y lo más importante, que en Maranello se funciona ya como se debe: todo responde, todas las piezas van encajando, no como antaño que la fábrica era una cosa y la realidad otra. El coche ya está encarrilado y él (Alonso) ha salido airoso de las seis primeras carreras, en las que se define siempre el devenir del Campeonato.
Esto lo tiene claro el español. Ya lo advirtió en 2010: su tercer título no se perdió en el ya famoso error de estrategia de Abu Dhabi, sino en las primeras carreras, especialmente en Mónaco cuando se estrelló en los Libres 3 y saliendo desde el pit-lane, sólo pudo acabar 6º, bastante, pero insuficiente para sumar puntos vitales. Este año es distinto. Cierto que el año pasado acabó mejor en Mónaco, 2º, pero con una gran diferencia: el coche era infinitamente peor en todo, y lo más grave, sin solución de continuidad. Ahora las cosas ya son distintas. La confianza es máxima, y a ello ayuda sin duda, el renacer de Felipe Massa, muy competitivo todo el fin de semana confirmando la mejoría del Ferrari. Otro dato por el que Alonso sonríe: ha subido al podio en tres de las seis carreras disputadas (con una victoria), lo que no ha conseguido ningún otro piloto esta temporada. La regularidad, por tanto, es clave en este año. Bien lo sabe Alonso que lleva años diciendo que los títulos se ganan en el podio, dando igual la posición que se ocupe. La clave este año es sumar todas las carreras, pues cada punto perdido será una herida abierta que desangrará al que la sufra.
La carrera se desarrolló bajo el guión previsto en este Circuito: pole segura, victoria segura. Año tras año se cumple inexorablemente esta premisa salvo alguna excepción, como la de Felipe Massa en 2008 que tiene la honra de ser, en muchos años, el único piloto que no gana saliendo desde la pole. Lo que no es tan normal es que por tercera vez consecutiva, Red Bull gana en Mónaco, para mayor desesperación de Ferrari y de McLaren que es a la postre, la escudería con más victorias en el G. P. del Principado.
Poco se podía esperar de la carrera, salvo la incertidumbre segura de la aparición en escena del Coche de Seguridad. Pero curiosamente, sólo apareció al principio de carrera con la montonera que se lió en la salida, primera chicane, subida hacia Santa Devota. Ahí se lió parda, con Alonso salvado por los pelos del rifi-rafe de Romain Grosjean con Michael Schumacher. El español se colaba por el centro con su Ferrari y se daba las de Villadiego subiendo por Santa Devota, dándole las gracias a la Santa. Ascendía el español a la cuarta plaza. Primer objetivo conseguido. Aguantó detrás del trío de cabeza con Webber, Rosberg y Hamilton. Pero los tres segundos de ventaja del inglés pronto se diluyeron al paso de un desbocado Alonso que hacía galopar al Caballino rampante restando tiempos al inglés, hasta que llegó la primera y única parada: en Ferrari fueron rapidísimos y respondieron a su pupilo de la misma forma que él (Alonso) había dado una vuelta magistral antes de entrar; así al salir, se ponía delante de Lewis Hamilton, que nada pudo hacer para guardar su posición, que incluso la perdería después con Vettel. El vigente bicampeón del Mundo había jugado a la estrategia contraria: montaba de inicio los neumáticos blandos o los más duros si se quiere (¡!¡vaya lío con tanto neumático!!!), mientras que el resto había salido con los superblandos o más blandos, de la clasificación. Pretendía con ello aguantar muchas vueltas y hacerse con la cabeza cuando parasen sus rivales, cosa que consiguió durante algún tiempo, pero su ventaja (hasta 18 segundos) fue insuficiente para adelantar en la parada a Webber, Rosberg y Alonso que pasaron delante de él cuando el alemán salía a pista. Pero Vettel se colaba delante de Hamilton. Quedaban unas 20 vueltas, y las gomas fresquitas y nuevas de Vettel amenazaban al piloto español de Ferrari. Pero Alonso, es Alonso y no iba a permitir la pérdida de su privilegiada tercera posición que le aseguraba salir líder en solitario de este alocado y apretado Mundial.
Así las cosas y ante la brutal vuelta previa de su parada de Alonso, todos nos quedamos de piedra y nos hacíamos la misma pregunta que los sorprendidos comentaristas de Antena 3 Televisión: ¿por qué narices paró Alonso cuando estaba pulverizando los tiempos?. ¿por qué no seguir un par de vueltas más?, ¡habría salido por delante de Rosberg y Webber!, ¡habría ganado la carrera!. Misterio. El mismo Alonso reconoció que de haber parado más tarde habría ganado la carrera. Increíblemente, sus gomas superblandas tenían vida todavía. No habían desfallecido, claro que esto se puede producir de golpe, y adiós estrategia. Quizá por esto y quizá también por salvarse de un safety car, en el box de Ferrari decidieron que estaban en la carrera, no en el Casino de Monte Carlo y que no era el momento de jugar a la ruleta. Una vez que pararon sus rivales directos, Alonso apretó para coger a Hamilton, parar y superarle en la salida. Se aseguraba así la tercera plaza y se aseguraba ante cualquier contingencia de carrera que le dejase varado y a falta de su parada obligatoria para le cambio de gomas. Esta vez –acertadamente creo yo- Ferrari aseguró el botín (con b minúscula) para asegurase también el podio, los puntos, el liderato y la fiesta y alegría de la Scuderia y del propio Botín (con B mayúscula).
Después de las paradas no quedaba sino esperar algún acontecimiento extraño que moviese la carrera cual coctelera. Michel Schumacher empezaba a perder una sangría de segundos y le pasaba hasta el apuntador. Al poco abandonaba la carrera. Cuatro de seis. ¡Y eso que había conseguido la pole!, aunque la perdiese por su sanción previa. La lluvia hacía su aparición muy ligeramente a falta de quince vueltas. Alarma. Cada escudería ofrecía su propia predicción. ¿A qué juegan, a equivocarse o a equivocar al adversario?. ¡Pero si todos tienen el mismo radar meteorológico!. El final fue tenso. Seis coches en fila india en menos de 3 segundos. Nadie se arriesgaba a intentar un adelantamiento imposible con la calzada urbana de Mónaco húmeda por las gotas caídas, nadie se atrevía a salirse de la trazada, todos guardando sus gomas y por dentro, rezando para que no arreciase la lluvia. A los de cabeza no interesaba. Por si las moscas, la jugada de la carrera: a Vergne (Toro Rosso) que iba 7º, en su mejor clasificación de su carrera, le hacen parar y poner intermedios de lluvia, jugándosela a la ruleta: si llovía, todos pararían y él ganaría la carrera. Si no llovía, hala, a quedarse de los últimos, a perder un montón de posiciones. El tiro les salió por la culata y el francés se quedó 12º, compuesto y sin novia.
Mark Webber entraba triunfal en meta haciendo historia: sexto piloto distinto que gana en seis carreras disputadas en toda la Historia de la Fórmula Uno. Pegado a él, entraba Nico Rosberg demostrando que su Mercedes anda que se las pela y que en circuitos virados responde como el que más. Detrás, también pegado, Fernando Alonso más contento que unas castañuelas: nuevo podio (el 3º en 6 carreras), y liderato en solitario. De ahí, la sonrisa de Alonso.
(Fotos: Web Oficial de Ferrari, Mercedes y Red Bull)