Javier Gete
¿Habrá implicaciones tecnológicas, de volumen de trabajo e incluso de empleo?
Una buena parte de los propietarios de talleres se preguntan cómo afectará a su actividad la implicación de los vehículos eléctricos hasta el año 2030. Algunos estudios sobre el tema concluyen que los talleres pueden estar tranquilos en este sentido, ya que según un estudio se prevén que sólo el 40% de la venta de vehículos serán 100% eléctricos en 2029, representando sólo el 11,6% (4,7 millones de vehículos) de los 40,5 millones de turismos que circularán por España por entonces.
Según datos de ANFAC, la antigüedad del parque de coches actual en España supera los 14 años de media y la previsión es que seguirá envejeciendo y consecuentemente requiriendo reparaciones y servicios en los talleres, con una estimación de consumo de piezas –excluidos neumáticos, lubricantes, accesorios y productos de mantenimiento– que se moverá entre los 13.000 y 14.000 millones de euros en 2033.
Según las expectativas de las marcas, el consumo de componentes relacionados con los sistemas de frenos seguirá sin embargo un proceso de crecimiento, fundamentalmente en las relacionadas con eléctricos, en los que a pesar de los nuevos materiales de construcción, se pueden predecir consumos mayores en un futuro por la intensidad de utilización que precisan la amortización de estos vehículos. Es inevitable pensar que la eficiencia de la frenada pasará siempre por una correcta elección de los componentes del sistema de frenos a montar en el coche, además de un mantenimiento adecuado para la consecución de una seguridad eficaz.
Con todos estos años por delante, los talleres tendrán tiempo sobrado para prepararse para atender coches eléctricos, aunque los talleres homologados a los fabricantes (talleres oficiales) serán los que menos tiempo tendrán para esta preparación ya que normalmente trabajan con coches de entre 0 y 5 años y deberán afrontar la reparación de los eléctricos que se irán vendiendo cada vez más rápido.
Sin embargo, a los talleres multimarca la electrificación les llegará más tarde, pero no deben perder el tiempo en estos años, fomentando la intensidad de actividades en aquellos sectores de mayor futuro, como es el adecuado y continuo mantenimiento del sistema de frenos y revisión de su desgaste, ya que al tratarse de piezas de fricción, el desgaste puede ser más elevado en los vehículos electrificados, más pesados que los tradicionales de combustión.
El empleo en el sector, sí se verá afectado
Por otro lado los vehículos eléctricos son más simples que los de combustión y cuentan con un 40% menos de piezas, por lo que requerirán al menos un 25% menos de horas de trabajo, cosa que sin duda tendrá un impacto muy directo en el empleo de factorías y de la industria auxiliar del automóvil en el tiempo, contando ya con un recorte cercano al 13% en estos últimos 3 años por causas no imputables a la electrificación.
Además de la fabricación, los talleres también se verán afectados en cuanto a empleo, al requerir los coches eléctricos menos mantenimiento que los de combustión, al igual que las estaciones de servicio que deben evolucionar de un modelo de carga de combustible hacia otro en el que se fomentará la carga eléctrica doméstica, quedando muchas estaciones de servicio únicamente útiles en recargas para viajes largos o cargas ocasionales.
Lo que ocurrirá a partir del año 2030
Es evidente que tras el 2030 el parque de vehículos eléctricos será cada vez mayor, y la actividad de los talleres no entrará en bajada ya que nacerán nuevos servicios que al menos serán de mayor valor añadido y que compensarán sin duda al descenso de las actividades sobre vehículos de combustión tradicionales.
Por todo ello, es absolutamente determinante el trabajo y la investigación que realizan los fabricantes de componentes de automoción, tema sobre el que algunos fabricantes están realizando inversiones muy importantes.
Algunos estudios señalan que los eléctricos producen un 30% más de averías que los vehículos de combustión interna, en general por razones electrónicas (los vehículos térmicos plantean una media de 175 problemas por cada 100 vehículos, los híbridos enchufables 239 por cada 100 y los eléctricos puros hasta 240 problemas por cada 100 unidades).
Un estudio reciente de la AIE (European Association of Electrical Contractors), prevé que en 2030, siempre que se cumplan los escenarios de un 30% de cuota de mercado de vehículos eléctricos ese año, se habrán creado ya 100.000 nuevos empleos en este campo, además de un gran incremento del sector de energías renovables por su esperable expansión consecuente.
Otro sector que crecerá de manera más que expansiva será el del reciclaje y reutilización de las baterías de tracción, ya que éstas, que empiezan a perder capacidad de almacenamiento a partir del octavo año de funcionamiento, siguen siendo perfectamente válidas para otros usos como por ejemplo el almacenamiento doméstico para autoconsumo, para almacenamiento en situaciones menos sensibles que las del vehículo, o para la extracción de los metales reutilizables que contienen, que son escasos y caros en el mercado.
No hay duda de que los sectores más afectados por todos estos cambios tendrán que adaptarse a las nuevas situaciones, incluso con algunas pérdidas de empleo.
También, los fabricantes de piezas de recambio, como son los frenos, adaptaran sus producciones a las nuevas necesidades de los vehículos eléctricos, aunque en la actualidad los vehículos eléctricos más modernos disponen de sistemas de frenada en general confiables. En todo caso, es fundamental contar con buenas y tecnológicas marcas de componentes en las operaciones de frenada.
La cuestión más importante es que las mejoras productivas terminen llegando a la sociedad, haciendo que los nuevos empleos que se puedan crear sean de igual o mejor calidad que los que se destruyan, a ser posible con compensaciones en cantidad de empleos y actividad, convirtiendo esta obligatoria reconversión en una auténtica oportunidad para muchos, mientras que se van mitigando los perjuicios de la impresionante contaminación atmosférica y el cambio climático.