En el nuevo ayuntamiento madrileño (controlado por Podemos y el PSOE) se ha seguido con gran interés la experiencia parisina de la reducción del tráfico urbano en los días de contaminación intensa a base del sistema de circulación alternada para los coches con matrículas pares o impares. La reducción media de la contaminación aérea en el caso francés ha sido del 40%, afectando tanto al casco de la capital como a 22 municipios de su área metropolitana.
La alcaldesa Manuela Carmena contempla aplicar la misma norma en los casos severos de inversión térmica invernal, que es cuando se disparan los niveles de óxidos de nitrógeno (NOx) y en especial del NO2 (debido sobre todo a los diesel), sin que haya nada previsto para las puntas de exceso de ozono troposférico (de carácter veraniego, debidas a la intensa radiación solar) dado que éstas no dependen directamente del exceso directo de emisiones, sino de su acumulación. De momento sólo se estudia el caso de la posible implantación puntual de la circulación alterna en casos extremos, y para la “almendra” central de Madrid (todo lo que queda dentro de la M-30), ya que no hay suficiente agentes de policía para su control (también se especula con utilizar para este control a los agentes de la ORA, pero ello implicaría un nuevo convenio). En resumen, si escasean las lluvias en este otoño e invierno, los madrileños deben irse haciendo ya a la idea…
