La primera generación de frenos anti-bloqueo ABS de Robert Bosch se inició en 1978, y su equipo de control pesaba nada menos que casi 7 kg, con una capacidad de cálculo de las señales de sus sensores que apenas llegaban a los 2 Kb. El siguiente gran avance se dio en 1995 con la aparición del ESP, el control dinámico de estabilidad (Electronic Stability Program) que supuso ya la aparición de la 5ª generación ABS. Para entonces la capacidad de cálculo del ABS estaba ya en 24 Kb y la del ESP en 56 Kb, mientras que el peso de los equipos de control ya se había conseguido reducir a menos de 4 kg (3,8) en el ABS y poco más de 4 (4,3) en el ESP.
Pero ha sido ya en el siglo XXI cuando el desarrollo del perfeccionamiento de estos sistemas ha alcanzado una progresión exponencial. Así la 8ª generación ABS de 2002 disfrutaba de 256 Kb de potencia electrónica de cálculo, mientras que el ESP llegaba a los 768 Kb, al tiempo que su peso seguía disminuyendo (1,3 kg para el ABS y 2,3 para el ESP). Y ahora, en 2010, esta 9ª y última generación coloca el listón del ESP en los 2.048 Kb (el ABS sigue en 256, más que sobrado para sus necesidades de cálculo) pero su peso ya no llega a los 2 kg, y ni siquiera a 1,5. La miniaturización de los equipos es ya un hecho confirmado.
Estos nuevos equipos ABS/ESP de Bosch son pues los más pequeños y ligeros del mercado, gracias a su estructura modular y a simplificación y miniaturización de sus componentes. Bosch ha trabajado especialmente para reducir los costos y están pensados especialmente para su uso en los países de reciente industrialización y para coches de gama baja, sin que ello signifique menor capacidad ó eficacia, ya que incluso la variante más simple y compacta del ESP 9 ofrece una total protección contra el derrape. Y según las funciones adicionales que los constructores quieran añadir, se pueden suministrar variantes del ESP 9 de mayor capacidad (como por ejemplo para la función “stop & go”, y con ACC -control de crucero inteligente-, que requiere una frenada rápida y suave hasta la detención total del coche. Bosch recurre para ello a motores eléctricos y bombas específicamente ajustadas para dosificar con total precisión la presión de los frenos de forma silenciosa y sin vibraciones. El “hardware” y el “software” de esta 9ª generación presenta una adaptación flexible bajo una arquitectura modular (CS Mosar) que permite aprovechar las partes probadas y válidas del anterior sistema, de forma que se reducen mucho los costes para los constructores de coches. En definitiva, un avance más del ESP de cara a su implantación universal (obligatoria dentro de muy pocos años).