Otro coche más que muere antes de tiempo por no haber cubierto sus previsiones de venta; esta vez se trata del Cygnet, la versión super “premium” que Aston Martin realizó sobre el Toyota iQ, creada para ampliar por abajo su exclusiva oferta y rebajar la media de sus emisiones de CO2. Pero este utilitario de lujo no supo distinguirse (en especial mecánicamente) de su hermano nipón. Sin un sustancial aumento de prestaciones, y con una carrocería casi igual (sólo el frontal cambia), no basta un acabado de lujo, con mucha piel y equipos estéreo para pedir más de 40.000 euros por el clon de un coche que Toyota vende por apenas 16.000. Resultado: de las 4.000 unidades anuales de ventas previstas cuando se lanzó en 2011, no se han llegado a vender más de 200 hasta hoy. Y aunque a Aston Martin le cueste pagar 10 millones de euros a Toyota por incumplimiento del plan de suministro de unidades, le compensa ante la perspectiva de unas pérdidas cada vez mayores. Y eso que su resultado contable no es nada halagüeño (sigue en pérdidas, algo más de 25 millones de euros en 2011 y de 29 en 2012). Por eso su ambicioso plan de expansión, ya fuera del control de Ford, para subir su producción a 7.000 coches al año en 2016 (3.800 en 2012) mediante un programa inversor de 500 millones en 4 años, y la entrada de Mercedes en su capital (a través del fondo italiano Investindustrial) que le suministrará motores AMG para sus superdeportivos. Por cierto que en Investindustrial (o mejor, en su filial Prestige Motors, que es quien ha comprado el 37,5% de Aston Martin) participa también el financiero español Juan Abelló (el ex socio de Mario Conde), ahora también propietario de una pequeña participación en Aston Martin.