Acoso al diesel, con ocurrencias

15 octubre, 2015
G. ROMERO-REQUEJO

Está visto que las ocurrencias son contagiosas, y no se dan sólo en España, donde la improvisación por norma y la ocurrencia como solución no son males que nos aquejen sólo a los españoles, consecuencia de otra gran carencia universal como es la ausencia de inteligencia político-económica. Aquí lo estamos comprobando con estupor a nivel municipal, a la vista de varias nuevas alcaldías y corporaciones que uniendo minorías poco expertas en el arte de gobernar ignoran lo más elemental: el interés de sus vecinos y algo más, pero no el suyo…

Y esta vez no se trata de Madrid o Barcelona (que también), sino de nuestros vecinos galos, y más en concreto de los ediles de su capital, la Ciudad de la Luz, porque en París ha sido donde hemos visto la última gran ocurrencia para solucionar los problemas de la contaminación del tráfico rodado. Aprovechando el escándalo causado por Volkswagen y sus motores “trucados”, su alcaldesa Anne Hidalgo le ha declarado la guerra al diesel. Un empeño en el que no está sola. Tal parece que los galos (o mejor dicho, las galas) se sienten despechadas y quieren destruir -así sin más- la mayor competitividad de sus tres fabricantes de automóviles (Citroën, Peugeot y Renault -por orden alfabético-), reconocidos adalides del motor de combustión interna por autoinflamación (que tan pingües beneficios les ha dado a sus conciudadanos) inventado por un alemán que nació en París, donde vivió gran parte de su vida.

La consigna ocurrente parece ser “cargarse el diesel”. Precisamente el motor alternativo de pistones más eficiente hasta la fecha. ¿Y cómo? Pues prohibiéndolo. Así, Anne Hidalgo, la alcaldesa socialista de París de origen español –gaditana por más señas–, e hija de la diáspora emigratoria de los años 60, ha declarado al diesel “motor non grato” a raíz de sus emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx), contagiada por los tóxicos vientos de tempestad desatados por la tormenta de Volkswagen al otro lado del Rhin, que ha llegado a todos los rincones de Europa y más allá.

La dieselfobia de Hidalgo no es nueva; ya dio el primer aviso hace un año, cuando París registró sus primeros problemas serios de polución aérea por culpa de una prolongada sequía (la lluvia limpia, ya se sabe, y a más lluvia menos contaminación). Entonces anunció la prohibición de circular para los vehículos diesel con una antigüedad superior a 1997, prohibición que hará efectiva a partir del próximo verano (como antesala de que llegado 2020 erradicarlo en su totalidad), ayudando con 10.000 euros para cambiar de coche a otro eléctrico (¿por qué no a un gasolina o a un diesel limpio?), sin distinguir entre los diesel de antes y los de ahora (fabricados bajo la norma Euro 6), como si un diesel de 1990 (que contamina ¡40 veces más que un simple Euro 5 de 2010!) ensuciara igual que los nuevos “clean diesel”, tan limpios en NOx como los gasolina y más ahorradores en consumo (y sin emisiones de CO2 apreciables).

Motores tdi

Es una ocurrencia monumental que puede provocar un malestar general en la región parisina y ser causa de manifestaciones (y no sólo de taxistas, como ya han amenazado, que conductores somos todos) en París y sus alrededores que dejen chicas las legendarias de mayo del 68. Ocurrencia que ya tiene nuevos partidarios, como el apoyo mostrado por otra aliada, la célebre Segolène Royal, (ex-pareja del presidente Hollande y ministra de Ecología y Energía, también enemiga del diesel porque sí (“Algún día habrá que acabar con el diesel” ha dicho de modo lapidario, sin encomendarse ni a Dios ni a sus ingenieros del ENA).Y en ayuda de la alcaldesa de París, anuncia también un aumento de la fiscalidad sobre el gasóleo cada año, hasta cubrir los 15 cts/litro subvencionados que la separan –en Francia– de la gasolina, al tiempo que en paralelo rebajaría en igual cuantía la que pesa sobre la gasolina. Una propuesta aparentemente neutra apoyada por el primer ministro, Manuel Valls (otro español de la diáspora, barcelonés en este caso). Porque tras del antifaz ecologista no deja de ser un modo de recaudar más, dado que el parque diesel francés supera (como en España) abrumadoramente al de gasolina.

¿No sería mejor, dejar que el motor diesel limpio se muera solo poco a poco, a medida que se vaya imponiendo el coche eléctrico (o el híbrido, ambos más caros) y este alcance la necesaria mayor autonomía y tenga un precio asequible… Y mientras esto sucede, aplicar las medidas ecológicas sólo al diesel “enfermo”, el que no cumple la Euro 6, que es el que hay que erradicar?