Justo antes de que estallara la tormenta del escándalo del trucaje en las emisiones de sus motores diesel turboalimentados 1.6 TDI y 2.0 TDI, a los que se añade también el 1.2 TDI de Seat y Skoda (impotentes para cumplir con la normativa Euro 5), el grupo Volkswagen ha vendido su casi 20% de Suzuki (19,9%).
Tras la ruptura de la alianza establecida con Suzuki en 2009 (sobre todo por la negativa de VW de suministrar sus diesel ligeros a Suzuki), la Cámara de Arbitraje Internacional de Londres condenó a VW a vender su parte en la marca nipona (que ésta deseaba recomprar a toda costa, y VW no quería vender), Suzuki pagará a VW por su paquete 3.450 millones de euros, que fue vendido en su día por 2.100 millones, lo que supone más de 1.300 millones de plusvalía para VW, que buena falta le van a hacer con la que está cayendo.
Por su parte, Suzuki tiene las manos libres para buscar otro socio tecnológico, que bien pudiera volver a ser Fiat (FCA) aunque no parece que esté muy dispuesta al intercambio de acciones después de los fracasos que ha tenido, primero con GM y después con VW.
“Y a río revuelto, ganancia de pescadores”, como reza el refrán español. ¿Que quiénes son los pescadores en este caso? Pues ni más ni menos que las familias Porsche y Piech (primos hermanos, siempre a la gresca) pero propietarios de la marca Porsche y accionistas de referencia en el grupo Volkswagen, junto con el Estado de Baja Sajonia y los sindicatos, entre otros. Porque ni cortos ni perezosos han comprado la mayoría de las acciones de Volkswagen que detentaba Suzuki (el 1,5% del capital), también obligada a vender al romperse el acuerdo con VW. Una compra que aprovechaba la gran depreciación de estas acciones (más del 40%) al saltar el escándalo del trucaje de los motores… Ni preparado les hubiera salido mejor, además de demostrar con ello su plena confianza en la pronta recuperación del grupo Volkswagen (santo y seña de la industria alemana).
