Prueba: Ford Kuga 2.0 TDCI 4×4 Titanium

10 septiembre, 2013
JUAN ROBREDO

Un SUV para todo

La segunda generación Kuga, más amplio y grande, ha mejorado confort, frenos, maletero y equipamiento y conseguido ofrecer un buen compromiso entre un uso urbano y rutero habitual y el “off road” ocasional. En esta versión 2.0 TDCI manual en el nivel de acabado superior (Titanium) resulta especialmente acertado, a cambio de un precio algo alto (30.900 euros) pero aún competitivo frente a sus agresivos rivales asiáticos.
Desarrollada sobre la plataforma del nuevo Focus, bajo una estética muy atractiva y continuista aunque más dinámica y deportiva que la del primer Kuga (2008) añade el aliciente de ser un Ford “made in Spain” fabricado en exclusiva para Europa en la planta valenciana de Almusafes. Mide 4,52 m de largo por 1,83 de ancho y 1,74 de alto, o sea un poco más largo que su antecesor (+8 cm) y casi igual de ancho, aprovechando bien los 2,69 m de batalla de la plataforma del actual Focus, para ganar amplitud interior y maletero.

Más grande y más amplio.– Con todo su imagen recuerda mucho a la del anterior Kuga, si bien con detalles propios como los pilotos traseros en forma de flecha o las tres nuevas tomas de aire frontales del paragolpes, con las de las esquinas repitiendo el diseño triangular del Focus. Pero esta vez se ha cuidado más la funcionalidad por encima del diseño.
Así, tenemos un maletero que rebaja su umbral de carga a menos de 70 cm del suelo, una altura muy baja para un SUV, al tiempo que ofrece una disposición modular de doble piso, con dos posiciones de nivel de carga, uno más bajo con el máximo volumen, y otro más alto que enrasa con los asientos plegados, presentando un suelo de carga plano. En total, gana 46 litros más de capacidad con sus 5 plazas (456 ahora frente a 360 antes), que en la práctica se acerca a unos 480 reales, y eso manteniendo una rueda de repuesto de emergencia (opcional, pero asequible). Un aumento sustancial que puede ampliarse fácilmente plegando los asientos traseros apretando un botón. Y además en este nivel Titanium, además del acceso “manos libres” (sin llave) podemos (eso sí, en opción por unos 600 euros) disfrutar de apertura y cierre automático de portón mediante el sistema de pasar un pie por debajo del paragolpes trasero, siempre que llevemos la llave encima.
La funcionalidad del Kuga se mantiene en esta versión, aunque no tenga la banqueta trasera longitudinalmente ajustable y haya perdido la luneta trasera practicable. Su ligera mayor longitud ha permitido que la banqueta trasera incorpore el respaldo reclinable y abatible (60/40), aunque la plaza central sufra de un respaldo un tanto duro (sirve también de apoyabrazos al plegarlo). Y el túnel central de transmisión abulta poco, afectando mínimamente a sus ocupantes, mientras que con los asientos plegados el piso de carga queda casi plano, con un leve escalón que apenas se nota.
Quizá el único aspecto negativo de su nueva carrocería es que no haya sido convenientemente aligerada sino más bien lo contrario; con 1.700 kg en vacío no resulta precisamente ligera, al menos para su motor TDCI de 140 CV y para una aerodinámica que, aunque mejorada un 10% (también cuenta con el cierre activo de la parrilla frontal, con mayor o menor apertura según las necesidades de ventilación del motor), es bastante peor que la del Focus, pese a haber mejorado sustancialmente (Cx de 0,33, frente a 0,38 antes), lo que se nota en el menor ruido de marcha. A cambio tenemos mejor aislamiento (las lunas laterales son más gruesa) y más refuerzos de carrocería, destinados a aumentar su rigidez, lo que le ha permitido superar con holgura el test de choque Euro NCAP (logró las 5 estrellas y la puntuación máxima entre los SUV).
El puesto de conducción sigue siendo alto, pero la disposición de los mandos es más ergonómica, con un cambio muy a mano y un cuadro de fácil lectura, con dos esferas principales y un “mini display” central demasiado pequeño, lo mismo que la pantalla auxiliar central, que incluso con navegador peca de demasiado pequeña. Es quizá el único defecto de un salpicadero bastante futurista por otra parte. La capacidad posterior mejora en altura y espacio para piernas, y algo menos en anchura, aunque con la suficiente para acoger tres adultos en algo más que ocasiones esporádicas. De hecho, el aumento en habitabilidad supera con creces el de dimensiones externas. Y los detalles útiles (portagafas, ajuste lumbar del asiento del conductor, etc) lo hacen mucho más agradable.

Mecánica suficiente.– Hemos elegido el motor 2.0 TDCI en la versión 4×4 con cambio manual, la configuración preferida para quienes buscan un cierto uso mixto asfalto/tierra. Con 140 CV este motor anuncia un consumo oficial combinado de 5,9 lts/100 km, con un máximo urbano de 7,2 y un mínimo extraurbano de 5,1, junto a unas prestaciones bastante brillantes para un SUV de su peso, con 188 km/h de velocidad punta y 10,7 segundos de 0 a 100 km/h. La emisión media de CO2 se cifra en 154 grs/km, que sin ser nada llamativa entra dentro de lo normal para su potencia y peso.
Es un motor suave y flexible, que entrega sus 140 CV a un régimen bastante moderado (3.750 rpm) y hace gala de un par considerable (32,7 mkg) constante entre 1.750 y 2.750 rpm. En la práctica empuja bien a partir de las 1.500 rpm (por debajo se queda algo corto) y mantiene su fuerza sin merma hasta las 3.500 rpm, con una banda habitual de uso entre 2.000 y 3.000 rpm. Este turbodiesel de cotas de cilindros discretamente largas (85 x 88 mm) y turbo variable tiene la virtud de ser muy progresivo y constante, sin gran “patada” en baja, pero con fuerza suficiente como para mover con alegría la generosa masa de este Kuga, aunque su apetito no sea tan sobrio como hubiéramos esperado. Su cambio es excelente y sus desarrollos están muy bien pensados.
La unidad de prueba ha rozado la velocidad máxima oficial (186 km/h) y cubierto el 0-100 km/h en 11 segundos, mientras que el km desde parado ha parado el crono en casi 33 segundos (32,9), cifras muy respetables para un SUV de su peso y tracción 4×4. Nuestra impresión es que no hay tanta diferencia en la realidad como la que parecería sobre el papel entre el 2.0 TDCI de 140 CV y el de 163 CV, al menos en los cruceros normales. En carretera y autovía, aguanta en 6ª lo que le echen (siempre que no vaya muy cargado) y admite cruceros de 130/140 km/h sin esfuerzo. A cambio, su consumo aunque moderado es algo mayor de lo esperable: a 120/130 km/h no baja de 6,5 lts/100 km, mientras que a 90/100 km/h (nuestro promedio turístico) roza los 6 (5,9). Luego, si se le da gusto al pie, pasa rápido de los 7 y supera los 8 en conducción más o menos deportiva, a la que tampoco se presta demasiado… En ciudad los 7,2 oficiales son 8 reales, que tampoco es un consumo exagerado.

Comportamiento: buen equilibrio tanto en asfalto como en tierra.– En esta versión 4×4 (con reparto automático de par) este Kuga nos ha sorprendido por su buena respuesta sobre asfalto, ayudado por sus ruedas mixtas en llantas de 17” (Goodyear Wrangler en 235/55 VR17). Ágil y rápido en maniobra (la dirección, pese al ligero aumento de longitud ha visto reducido su diámetro de giro a 11,1 m), se comporta como un turismo en carretera y autovía, aplomado y preciso. La tracción total siempre ayuda algo al buen mantenimiento de la trayectoria, pero quizá sea el TVC (Torque Vectoring Control, el control de reparto vectorial de par) que Ford ya había experimentado antes en el Focus más deportivo, el RS, el que más ayude a una perfecta trazada en curva.
Este reparto de la tracción destaca por su rapidez de acción, logrando mejorar el agarre tanto a baja como alta velocidad, pero sobre todo en asfalto se nota por encima de 30 km/h, cuando el sistema aumenta su precisión e interviene para mejorar la respuesta de conducción. Todo un sistema de reparto motriz inteligente que tiene en cuenta diversos parámetros tales como velocidad, agarre de cada rueda al piso, ángulo de la dirección, par motriz que entrega el motor… Y al TVC se suma también el control de frenada en curva, que actúa “in extremis” en caso de entrada en curva demasiado rápida, compensando la falta de giro del volante con el freno selectivo de ruedas, y si el conductor sigue acelerando, reduciendo también el par motriz del motor.
Son ayudas (a las que se une el control antivuelco RSC) que se agradecen en un SUV como éste y que permiten una conducción un tanto despreocupada, sobre todo a la hora de impedir que sus inercias lo desmanden. Porque este Kuga es ahora más cómodo y seguro, pero su comportamiento no es precisamente deportivo. Por su peso alto y suspensión muy confortable, cabecea y balancea más de la cuenta, pero su estabilidad es buena y aunque su tren rodante le permite una alta velocidad de paso en curva, llegado al límite subvira y la tracción total no ayuda aquí a modificar su apoyo. Aún así se puede rodar muy rápido con él, pero teniendo presente que no se trata de un Focus.
A cambio, su comportamiento en tierra es sorprendentemente eficaz, más de lo que se esperaría de un SUV sin reductora, gracias a sus largos recorridos de suspensión y su buen ángulo de ataque, pudiendo pasar (con sus neumáticos mixtos) por lugares realmente difíciles y complicados. Con neumáticos de “cross”, este Kuga permite un uso auténtico de todo terreno, algo a tener en cuenta para todos aquellos que además de un SUV de turismo quieran tener un 4×4 capaz de sacarles de situaciones complicadas en nieve, barro y tierra. Por lo demás, cambio y frenos cumplen perfectamente, con una notable mejora en este último apartado pese al aumento de peso, aunque el tacto del pedal nos sigue pareciendo demasiado esponjoso.

Buena relación precio/producto.– Finalmente, la relación precio/producto del nuevo Kuga es otro factor más de atracción. No es el más barato, desde luego, pero sí uno de los más completos a cambio de lo que da. Por 30.900 euros, este Kuga 2.0 TDCI Titanium ofrece un muy completo nivel de equipamiento, al lado de ofrecer tracción total y una mecánica moderna y competitiva. Ya desde el nivel Trend trae de serie no sólo equipo hi-fi con 6 altavoces (y lector MP3), sino también climatizador manual de aire acondicionado, ordenador de a bordo, arranque por botón, consola central y de techo, portagafas, respaldos traseros reclinables, 4 elevalunas eléctricos, espejos por mando eléctrico, bolsas portaobjetos, 7 airbags, cierre centralizado con mando a distancia, faros antiniebla, llantas de 17”… y si entramos en las ayudas electrónicas, ABS, ESP, TSA, TVC, TSC, ANC, HLA…
Pero es que en este nivel Titanium tenemos como ayudas extra el control antivuelco (RSC) y el localizador Help SOS (unido al sistema SYNC), y además, la tapicería mixta de cuero, sensores de encendido automático de faros y limpiaparabrisas, climatizador dual, 9 airbags, ajuste lumbar de asiento del conductor, etc. Detalles de los que prescinden otros rivales para situarse en su mismo nivel de precios, y que aquí cuentan además con una promoción de lanzamiento a base de packs gratuitos de equipamiento (como los faros de xenon, con cambio automático de luces, en la unidad probada), que suponen una rebaja real del modelo de más de mil euros y que se suman a la rebaja real de 1.500 que ha conseguido la gama, lo que le convierte en más competitivo que otros SUV a priori más baratos.
En resumen, un SUV inteligente, atractivo, funcional y práctico donde los haya, con grandes aptitudes “off road”, que cuida al confort sobre mal piso y está muy bien equipado, al que sólo le sobran algunos kilos. Una oferta muy digna y atrayente a a la que añadiríamos el pack Tech de ayuda a la conducción (1.050 euros) para dejarle perfecto para un mercado que hoy en este segmento ya no se conforma con cualquier cosa.

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