Peugeot L500 R

17 octubre, 2016
J. ROBREDO

Celebrando Indianápolis

Para celebrar el siglo de su segunda victoria en las 500 Millas de Indianápolis, lograda por el piloto Darío Resta el 30 de mayo de 1916, Peugeot presenta un “concept” de híbrido superdeportivo denominado Peugeot L500 R.

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Un aniversario que no oculta la realidad de aquellos duros años, en que Peugeot corría fuera de casa imposibilitada de hacerlo en Francia, inmersa en la tragedia de la Gran Guerra de 1914-18. Lógicamente, casi nadie recuerda (ni siquiera en Francia) aquella victoria justo cuando la sangre corría a raudales por Verdún y el Somme, y cuando un grupo de pilotos llamados “los charlatanes” daban fama internacional a Peugeot en los inicios de la competición automovilística. El francés Jules Goux fue el primero que logró ganar las 500 millas de Indianápolis para la marca gala, siendo el primer extranjero en lograrlo en EE.UU. en 1913.

Con la guerra ya declarada, y Goux sirviendo en el ejército francés, fue el italonorteamericano Darío Resta el siguiente vencedor en Indianápolis al volante de un Peugeot, a una media de 135 km/h, para completar el triplete para la marca en 1919 el norteamericano Howard (“Howdy”) Wilcox. De los tres pilotos, el único que llegó a viejo fue Goux, que sobrevivió a las dos guerras mundiales para morir a los 80 años (1965) en un pueblecito del Drôme (Mirmande), porque tanto Resta (1923) como Wilcox (1924) morirían en sendos accidentes automovilísticos. A ellos se unirían más tarde, dentro del club de los “charlatanes”, pilotos como Georges Boillot o Paolo Zuccarelli, que pilotaron los modelos de competición de la marca en los años 20, los L76, L57, L45 y L3, bajo la sabia dirección del ingeniero Ernest Henry.

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Y tomando un tanto por los pelos estas efemérides, Peugeot rescata el espíritu “Indy” con un “concept” híbrido enchufable que pretende representar la visión del futuro de la competición del motor según la marca de Sochaux. Lo de L500 pretende ser un homenaje al L45 (lo de 45 era porque se trataba de un 4,5 litros de cubicaje, una elevada cilindrada para un 4 cilindros, que con razón montaba 4 válvulas por cilindro). Con doble árbol de levas en culata, este motor fue uno de los primeros 16 válvulas del mundo, sucesor del L76 de 1912 (que fue el primero, con 7,6 litros) y que permitía al L45 alcanzar los 190 km/h.

Y el actual Peugeot L 500 R ha sido pensado para superar los 300 km/h, con su cadena híbrida derivada de un motor 1.6 THP de 270 CV (el del RCZ R) unido a dos motores eléctricos (uno delante y otro detrás) que suman otros 180 CV más (66 kW cada uno), de modo que el total conjunto da algo más de 500 CV reales con un par máximo conjunto de 74,5 mkg.

Si tenemos en cuenta que el peso final de este monoplaza apenas si supera la tonelada, y que su perfiladísima carrocería sólo mide un metro de altura, no nos debe extrañar que Peugeot anuncia para este L 500 R una aceleración de 0 a 100 km/h en sólo 2,5 segundos, recorriendo el km desde parado en tan sólo 19 segundos. Y todo a partir de una mecánica bastante sencilla, desarrollada por Peugeot Sport a partir de la del Peugeot 308 R Hybrid, sobre una carrocería muy estilizada, a dos colores (azul y rojo) dominada por dos perfiles que nacen del logo frontal del león y llegan a la zaga, tras pasar por el habitáculo central monoplaza, para culminar una afilada popa con las características luces traseras en triple garra de los actuales Peugeot.

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Diseñado para fundirse con el conductor y potenciar sus sensaciones al volante, el puesto de conducción es un habitáculo cerrado, diseñado como una cápsula flotante individual insertada en la carrocería. En el interior, se aprecia una visión futurista del Peugeot i-Cockpit, presentado en una versión ultradeportiva, con un pequeño volante integrado en la estructura y dos hologramas que proyectan información y datos al piloto a través de dos indicadores en forma de disco. Y aunque es un monoplaza, en Peugeot han querido crear un copiloto virtual para ampliar la experiencia de la carrera, en tiempo real a través de un casco de realidad aumentada.

Hoy en día Peugeot no vende sus coches en Estados Unidos, pero no nos cabe duda que, en esta última etapa de reconstrucción de la firma del león, todavía en apuros, pero ya levantando la cabeza, su regreso a dicho mercado se acabará produciendo… Un país en el que la marca brilló deportivamente, no sólo por los lejanos éxitos de Indianápolis sino también por los más recientes de las subidas al Pikes Peak, como los triunfos logrados en esta mítica carrera en cuesta de Ari Vatanen (1988) y Robby Unser (1989) con el Peugeot 405 T16, superado hace bien poco por Sébastien Loeb quien pulverizó el récord de la subida con 8 minutos y 13,878 segundos (que es lo que tardó en recorrer los 20 Km de ascensión al volante del Peugeot 208 T16 Pikes Peak). Un espíritu de superación que sigue presente en los equipos de Peugeot Sport con victorias como la de Stéphane Peterhansel en el Dakar de este año, tras las cuatro victorias sucesivas logradas entre 1987 y 1990.

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